Choque Térmico (Frío)
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... aguantarme la risa, aunque lo confieso, de vez en cuando me reía sola, como cuando te cuentan un chiste que se te queda grabado y estás como loquita riéndote a cada rato, acordándote de lo gracioso que es. Un rato después, vi al Señor Pozos que hacía lo propio, me buscaba con la mirada, pero yo preferí evadirlo. De hecho, decidí irme temprano, ya habían sido demasiadas emociones para un día, mi último día en la oficina. Durante el viaje a casa me seguían asaltando los ataques de risa. Estaba algo cansada y llegando a casa me tiré sobre la cama así como iba vestida. Y así, evocando la imagen del Señor Pozos estimulando su miembro fue que me quedé dormida casi inmediatamente.
A deshoras de la madrugada me levanté para ir al baño. En cuanto abrí la puerta y encendí la luz di un salto. Un extraño juego de reflejos entre una toalla y el espejo del lavabo me había hecho imaginar una figura. “Dios, este tipo ya me dejó traumada”, me dije; porque de algún modo era al Señor Pozos a quien me había imaginado en el baño.
Terminé lo que fui a hacer y me dispuse a volver a la cama. Me pareció escuchar un ruido, discreto, familiar. Tomé conciencia de que hacía rato que lo había escuchado, pero no le había dado mucha importancia. Presté atención. Ahí estaba otra vez, un toc-toc muy tenue, como cuando alguien llama a la puerta. Me acerqué a la misma y al escucharlo nuevamente me asomé a la mirilla, pero no había nadie. Transcurrió otro rato y se volvió a escuchar. Contrario a lo que ...
... dicta la prudencia, tomé el primer objeto que tenía a la mano y decidí abrir la puerta. Nada. Supuse que el viento estaría moviendo algún objeto y cuando me disponía a cerrar la puerta me di cuenta de que alguien estaba sentado a un costado de la puerta, recargado en la pared.
—Buenas noches, niña —era el Señor Pozos—... Lamento si te desperté, por eso estuve tocando muy quedito, para no hacer mucho ruido —hablaba barrido, claramente no estaba en sus cinco sentidos.
—Veo que se le pasaron las cucharadas, Señor Pozos...
—Un poquito, nada más... El ponche estaba muy rico...
—¿Qué quiere a estas horas?, ¿y cómo supo dónde vivo?
—Yo sé muchas cosas... Yo sé muchas cosas... Pero hay una cosa que no sé y que tú sí sabes... Y yo, quiero saber...
Con bastante dificultad, el Señor Pozos se puso de pie. Luego, buscó entre sus ropas y sin decir palabra me extendió una tarjeta, de esas que usamos en la oficina para dar recados. La miré con asombro. En ella se podía leer en letra manuscrita: “Gracias, ya me siento mejor. Vuelvo a la fiesta”. La nota estaba firmada a modo de sello con unos labios que coincidían con el color que yo traía esa noche. Más abajo a manera de post-data se leía: “Espero que haya salido todo bien allí adentro”.
—Yo no escribí esto —dije a la defensiva.
—¡Ah, no?, ¿entonces quién sería?
—S-sí, parece mi letra... Aparentemente es mi labial... Pero yo no recuerdo haberla escrito.
—La duda que tengo es con respecto a la post-data...
Me ...