Luis, Jacobo y un verano 17 A falta de pan…
Fecha: 25/06/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues
Fueron unos días un poco locos donde solo pude ver a Julio y a Bruno a la hora de la cena y en alguna comida. Para realizar sus compras, se encargó mamá los dos días que tuvo libre y la tía después, no nos permitieron ir a Jacobo y a mí, según ellas para no entorpecer. Siempre iba una de ellas y Julio, por supuesto con Bruno que era de su edad y sabría asesorarle. Nos sentimos de alguna manera olvidados, relegados a un segundo término. La casa cambió, mis padres estaban desenfrenados al tener a Julio con nosotros, todo era poco para él, no sentía celos, de ningún tipo, era solamente la constatación de lo que pasaba. Era tan distinto a mí, tan diferente que sentían una rara atracción hacía él, renegaba a veces de mi condición, de ser una mariquita ante él tan viril y machote. El poco tiempo que pasaban en casa Bruno se encargaba de que estuviera con gente, sus amigos y amigas, la tontita de Verónica y sobre todo su amiga Patricia que parecía que no había visto nunca a un chico y perseguía a Julio descaradamente. Parece que ya se había olvidado de cuando Bruno la follaba hasta que se canso de ella para ocuparse de su amiga Vero. Organizaron una fiesta ese fin de semana para que Julio conociera a las amistades de mi primo, nuestros padres decidieron confiar en ellos y acordaron cenar fuera para dejarles la casa libre, luego se irían de fiesta. El problema era que Bruno no quería que nosotros estuviéramos, imagino que no deseaba que viéramos lo que sucedería. La tía se encargó ...
... de buscar la solución y llamó a la madre de Felipe, amigo nuestro pero lo era más de Jacobo. Mi primo me dejó solo el pasado año en mis clases de ballet y Felipe, como no podía ser de otra manera, se apuntó a patinaje, imagino que este año sería igual aunque no lo habíamos hablado. No sé muy bien el motivo pero este chico no me gustaba, no era solamente a mí, tampoco a Bruno. Era un chico delgaducho, no muy diferente a nosotros en eso, bien formado y de estatura más baja, unos hermosos ojos demasiado grandes para la cara tan pequeña. A veces era vivaz y otras tímido, dependiendo de los temas que tratáramos. Su nariz respingona y unos labios rojos y carnosos que pedían ser mordidos, resultaba lo más bello de su rostro y no sería extraño que alguien los hubiera probado, el pelo negro con melena que cubría sus orejas y las puntas elevadas. Algunas veces, en la piscina, me había fijado en sus voluminosos pechitos de aureolas de color café con leche y pequeños pezoncitos, un perfecto cuerpo de varoncito con un prodigioso culo alto y redondo. El motivo de mi antipatía no lo podía explicar y en realidad a su descripción física, para nada desagradable, unía un carácter tranquilo y amigable. Los raros debíamos ser Bruno y yo. Mi tía nos dejó para pasar la noche en su casa, no muy alejada de la nuestra y en la misma calle. Ya habíamos estado allí otras veces, como él en las nuestras, a diferencia de Bruno, nosotros no teníamos muchos amigos que vivieran cerca. Después de jugar en su ...