Sin querer tuve oportunidad de seducir a mi primo Eliézer de 17 años, o que él me sedujera, un día fui de visita a su casa, mi tía iba de salida y dijo que Brenda, mi prima no tardaría en llegar, y que Eliezer, estaba dormido. Que podía esperarla. Un rato estuve viendo tele, pero tuve necesidad de ir al baño, para ello tenia que pasar al lado de la habitación de él que no tiene puerta solo una cortina, al hacerlo me di cuenta que se estaba masturbando, me quede anonadada viendo su pene enhiesto, al eyacular se dio cuenta que yo lo miraba pues no pude ocultarme. El trato de explicarme.
-¡Tú no sabes la necesidad que tenía hacerlo. ¿Has visto la cantidad de semen que he echado, pero aun tengo todavía ganas de volver a hacerlo?
-¿Quieres que haga algo por ti? Le dije. Él me miró con incredulidad. Sin esperar respuesta cogí su pene, que pareció sentir una corriente eléctrica, cobró vida propia en ese instante y empezó a recuperar la verticalidad. Era una bonita pija, no muy gruesa, pero larga, y era tan bonito sentirle latir en mi mano, mientras descubría su glande. Algunas gotitas se asomaban ya en su agujerito, no sé si restos de la corrida anterior o preludio de una nueva. Él sólo suspiraba diciendo:
-Prima, le haces cosas tan ricas a tu primo.
Como sabiendo que debería hacer algo por mí, si quería culminar la situación, me apartó un poco, y empezó a sobarme las tetas sobre la blusa. Notó mis pezones duros, y aquello le animó a empezar a abrirla, casi ...
... arrancándola. No acostumbro llevar sostén, por lo que pronto los tuvo ante sí, y luego en su boca: chupaba alternativamente uno y otro pezón, mientras me acariciaba con la mano el pecho libre. Me despojo de la blusa, para hacerlo con más comodidad, mientras me arrastraba hacia la cama. Me iba a sentar, pero dijo:
- No, espera, es mejor que te quites los jeans, ya que si te sientas sobre la cama puedes mancharte con el semen que acabo de lanzar.
-Pero Eli, no sé si podamos hacer algo, porque estoy en mis días. Él pareció no oír y empezó a tirar de los jeans hacia abajo (yo ayudaba) que bajaron arrastrando con ellos mi tanguita. Quedó extasiado ante mi rajita, y empezó a darme besos en el vientre. Cuando estaba a punto de llegar a mi pubis, le detuve, no quería que hiciera lo que estaba a punto de hacer. No, por favor, no me beses ahí, creo que todavía tengo algo de flujo.
- Pero si a mí no me importa, parece que está sólo mojado de deseo, y no de sangre (efectivamente, yo estaba caliente, y notaba mi rajita muy mojada)
- Pero a mí si, me parece que estoy sucia; por favor, no quiero que lo hagas. Dime si quieres que te haga correr de alguna forma, pero por favor, no me beses ahí
-Está bien, respeto tus deseos. Entonces me dio la vuelta sobre la cama, y empezó a darme un masaje en la espalda. Poco a poco, sus manos bajaban hasta mis nalgas, que amasó delicadamente, y luego pasó un dedo por en medio de ellas. Di un respingo, al sentir su dedo que rozaba mi culito, y las cerré, ...