1. Divina Confesión


    Fecha: 24/06/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Escribo este relato sobre mi vida, para contaros lo feliz que soy y los grandes éxitos que he cosechado.
    
    Nací en un pequeño pueblo de Extremadura hace 38 años, siempre he sido un buen estudiante pero mi familia no tenía recursos económicos para mandarme a la universidad, pero por suerte en el pueblo había una estúpida beata con mucho dinero que costeaba la carrera a los que teníamos vocación sacerdotal, por supuesto yo no creo no creo en Dios, solo creó en mi instinto para engañar viejas y seducir niñas.
    
    Visité a la viaja el día que aprobé la selectividad y le propuse que con su ayuda y la de Dios, conseguiría hacer una buena labor pastoral, ya que sentía que la llamada divina me quemaba el corazón. –hice un gran despliegue teatral, creó que me podrían haber nominado para los oscar de la academia- el caso es que la rica meapilas mordió el anzuelo y a mis diecisiete años me trasladé a estudiar al seminario, aquello era aburridísimo, mis compañeros se dividían entre los idiotas que creían en la resurrección de la carne, por poner un ejemplo, y homosexuales, con lo que yo no encajaba muy bien en aquel ambiente de cerrado y sacristía, el caso es que estudiaba mucho, comprendí la filosofía de San Agustín, -el cual era un intolerante, fanático e intransigente que mando a matar a muchos hermanos en cristo por seguir la corriente teológica arriana- y como no, a Santo Tomas de Aquino, cuyas famosas vías para llegar a Dios son una simpleza metal y una soberana estupidez que no ...
    ... demuestra nada. Pero volviendo a tema que nos ocupa, gracias al a muchas horas de estudio y a mi extraordinaria capacidad para relacionarme y engañar a los profesores y catedráticos, que nunca pudieron dudar de mi extraordinaria adhesión al catolicismo, obtuve el mejor expediente académico de mi promoción, con tan solo 24 años me convertí en el sacerdote mas joven de España, todo vaticinaba una meteórica carrera eclesiástica.
    
    Me destinaron a la parroquia de un pueblecito andaluz, de esos de casas encaladas en blanco y de gente que conserva una autentica e ingenua inocencia, -disculpen que no de el nombre, pues injustamente permanezco allí, pues el hijo puta del obispo a promocionado a un sobrino antes que a mí- el caso es que me recibieron cordialmente todos los del pueblo, incluido el alcalde, el cual podría insultar todo lo que quisiera, pues es un burro que apenas sabe leer, por tanto se pierde mi relato.
    
    Cuando entre en la casa que el obispado me asigno, casi me da un soponcio, pues la decoración era espartana, cuatro bombillas suspendidas en el aire sin lámpara, paredes con humedades, pero lo peor estaba por llegar, "la habitación" tenía una cama (donde había muerto el viejo párroco Don Crispín, me contó el sacristán mientras se santiguaba) y un crucifijo encima del cabecero que metía miedo, todo esto unido a un miserable sueldo que no llega ni de lejos a los 600 euros actuales, casi me hace desistir e iniciar una vida civil en cualquier gran ciudad.
    
    Pero hubo ...
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