Sorprendido con mi suegra
Fecha: 24/06/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... requerida cuando me empezé a masajearme la polla con el aceite. Después me dirigí a su ano, lo masajeé un rato y empecé a introducirle dedos, primero uno luego dos, hasta tres deddos. Ella al principio se quejaba pero luego, me pedía que le metiera ya la polla. Así lo hice, me puse de pie sobre la mesa, con mis piernas un poco flexionadas a ambos laterales de sus nalgas y sin más una polla de veinte centímetros empezaba a deslizarse por su ano de mi suegra, adelante y atrás. A veces se la sacaba y volvía a metérsela de nuevo. Ella gemía de placer me pedía más rapidez y más fuerza. Mis testículos chocaban contra su depilado chochito.
Después cambiamos de posición, yo me tumbé en la mesa y ella se sentó sobre mí. Con mi polla clavada en su culo, mi suegra hacía rítmicos movimientos. Yo masajeaba sus enormes tetas, pellizcaba sus pezones, y sus piercings. Ella me devolvía el placer acelerando el ritmo de su culo. Sin poder contenerme más le hice un gesto para que se incorporara, le saque la polla del culo, se puso de rodillas junto a mí y se comió mi polla durante unos segundos. Igual que la otra vez retiré su cabeza y ella sabedora de lo que iba a ocurrir me entregó sus pechos, juntándolos con las ...
... manos. Allí me corrí salvajemente impregnandos sus tetas, el collar, los piercings, la cadena, los pezones, fue espectacular. Ella restregaba todo el semen por su pechera. –¿Me dejas duchar?, -Por supuesto le contesté. Me fui detrás de ella y cuando fue a quitarse las sandalias para meterse en la bañera. Le dije espera todavía falta algo, -Métete en la bañera pero con las sandalias. Un gesto de interrogación se abrio en su cara. Así lo hizo, se quedo frente a mí, como requiriendo más instrucciones, le ordené que se pusiera en cuclillas pero con las piernas bien abiertas y los brazos en cruz sobre los extremos de la bañera. –¿y ahora qué?.
-Pues ahora esto. Acerqué mi polla a unos cuarenta centímetros de su cuerpo y empecé mearle encima. Primero dejé caer un suave chorrito sobre sus tetas, pero después me centré en su cara. Ella giraba su cabeza en un mueca de sorpresa, pero no se movía. Inunde su pelo y podía ver como mi líquido amarillo resbalaba por su cara su cuello, llegando a aquellas voluminosas tetas y cayendo como un riachuelo sobre el chochito. También mojé sus sandalias.
Me has dejado buena, me recriminó. Dúchate, le dije pero ve a la comunión con esas sandalias, te favorecen mucho.