Todo empezó en el seminario
Fecha: 23/10/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos
... decís de organizar uno con un cura? ¿Uno, conmigo? -nos planteó finalmente en plan de reto.
Si te digo la verdad, yo subconscientemente estaba esperando y deseando algo parecido. Me fijé en que Flora sonreía nerviosamente. Y de golpe, se le escapó:
-¿Por qué no? -Me echó una mirada temerosa y, buscando mi aprobación, me inquirió retóricamente:- ¿Verdad, cariño?
-Vale -me oí responder-. De acuerdo.
-¡Brindo por esto! -exclamó Julio levantando el vaso de whisky. A continuación se echó un trago y se acomodó en la butaca, mientras se bajaba la cremallera de la bragueta. Con cierta prosopopeya, se sacó su gruesa polla. Una polla tiesa y dura, de tronco repujado por algunas venas, y de glande, violáceo y agresivo, afuera del prepucio. Más o menos como yo la recordaba.
-Como dijo Cisneros, “estos son mis poderes” -exclamó, empuñando ostentosa y provocativamente esa formidable verga.
-¡Hala, tío! -la saludó mi mujer, con una gran carcajada exultante, e ironizó:- Menudo pedazo de hisopo, padre Julio...
-Para bendeciros mejor con una buena rociada de mi leche -bromeó Julio -. ¿Quién quiere probar?
-Yo misma -proclamó Flora. Se arrodilló frente a Julio. Sin pensárselo dos veces, le agarró la polla y le practicó un par de lentas y profundas mamadas.
-¡¡Jodeeer...!! -exclamó Julio resoplando-. ¡Qué maravilla, guapíííísima!
Flora sonrío halagada y le correspondió lamiéndole la verga desde los cojones al capullo. Luego, se la metió en la boca y se la fue ...
... tragando poco a poco casi entera. A continuación, la fue liberando despacio entre sus labios hasta sacarla toda mojada de saliva. Paró un momento y enseguida recomenzó su mamada.
-¡Qué maravilla...! ¡Qué maravilla...! -seguía resoplando Julio.
Realmente, una maravilla. Yo conozco bien el maravilloso placer que proporciona Flora cada vez que la chupa. He visto descontrolarse a muchos tíos cuando mi mujer se la mamaba.
Así que, cuando Julio me pidió que me aproximase a él (“Trae tu rica polla, Alfred, amigo.”), no solo no me extrañó, sino que me acerqué rápidamente, bajándome la cremallera de la bragueta. Y me planté de pie, frente al lateral de su butaca, excitadísimo y exhibiendo mi pene empalmado.
De inmediato, Julio se apoderó de mi polla. Cariñosamente, le dedicó unas suaves caricias masturbatorias que arrancaron descargas voluptuosas por todo mi cuerpo. Luego empezó a chupármela. Se la metió en la boca y se la fue engullendo, poco a poco, casi entera, para, a continuación, irla desenfundado, también muy lentamente, de su boca. Sin interrupción, fue repitiendo la felación parsimoniosamente. Me la mamaba, me la lamía, me la besaba con pasión y me hacía sentir fogonazos (¡Dios, qué guusssto...!) de un deleite insoportable.
-¡Joder, tíos, qué espectáculo! -exclamó de pronto Flora que había dejado de chuparle la polla a Julio y se estaba desnudando a toda prisa. Y dirigiéndose a mí:- Ya sabes cómo me pongo cuando veo a dos tíos mariconeando...
El comentario de mi ...