... manitas y comenzó a introducirla lentamente en su ser. Yo mordía suavemente su labio inferior cuando el soltó un agudo quejido; la tenía dentro casi del todo, recostó su cabeza sobre mi hombro y agacho su mirada inspeccionando como mi pene, tras unos centímetros, desaparecía en su esfínter. Se notaba que le dolía, pero el no dijo nada al respecto, en su lugar apoyó sus manos sobre mi pecho y comenzó a subir y a bajar sobre mi polla, tratando de meterla cada vez más profundo, sus ojos y sus labios cerrados con una expresión de dolor leve que fue desapareciendo conforme aumentaba el ritmo, puso sus manos en mis muslos y comenzó a subir y bajar tan rápido como podía; empezó a gemir de nuevo, ya había entrado completamente y cuando bajaba del todo podía notar un pequeño bulto en su barriga. Empezó a temblar así que lo cargué, sin salir de su interior, y lo acosté de misionero, con sus piernas sobre mis brazos, Ahora era mi turno. Aquel culito tan apretado me tenía en el cielo y pretendía hacerlo sentir mejor. Comencé a bombear con fuerza, haciendo un sonoro ...
... ruido cada vez que mi cadera golpeaba contra su culito, mi princesita solo gemía desinhibida sin ningún tipo de pena solo el instinto y la búsqueda de placer, y eso me excitaba aún más, estaba cerca de correrme así que aumente el ritmo de forma frenética, le daba con todas mis fuerzas entrando en el tan profundo como podía. Su culito empezó a apretar aún más mientras mi pene se hinchaba en su interior, lo metí tan adentro como me fue posible soltando varios chorros de semen en su interior. Intente salir de él, pero no me lo permitió, lo tome entre mis brazos y giré acostándome en la cama dejándolo al reposar sobre mi torso, estuvimos así un buen rato, en silencio, disfrutando un dulce momento de intimidad, finalmente mi pene perdió su erección y salió de su culito, me sonrió y se levantó tomándome la mano guiándome hacia el baño privado del cuarto. -Ven, vamos a bañarnos –me dio la espalda y pude ver como de su abierto agujero se deslizaban varios chorros de semen por sus piernas, a él no parecía importarle, se veía satisfecho y feliz. Le sonreí y lo seguí.