HABITACIÓN 103 –almas gemelas-
Fecha: 13/08/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: teomiranda, Fuente: RelatosEróticos
... liviana; a su entender, debía ser el doble de largo y grueso que el único que hasta ahora había probado. Por ello y por las caricias que estaba recibiendo en sus pies es que su sexo no pudo sino responder con tal secreción de fluidos.
Sin decirse palabra, solo dirigiéndose idénticas sonrisas nerviosas, retomaron camino.
CAPÍTULO VII
El edificio era un anticipo de lo que en su interior les esperaba. La madera que a modo de adorno cubrió sus paredes en un tiempo pasado, era ya algo casi inexistente, el cemento se hacía más evidente por la falta de madera y, el calor y la humedad, lo habían cubierto de un color entre verde mohoso y marrón sucio.
Solo un cartel luminoso, con algún fluorescente fundido, daba idea de lo que se trataba, un hotel, Hotel El Edén.
En la recepción un hombre tirado en una silla, apoyada en la pared, que ya tenía marcas de haber recibido más de un respaldo con el paso de los años, miraba televisión con los pies puestos sobre una pequeña mesa en la que descansaba un cojín donde él tenía los pies apoyados.
Se limitó a girar la cabeza con desgana por perderse parte del programa que miraba y con un,y? como mensaje de bienvenida, bajando los pies de sobre la mesa, arrastrando con ellos el cojín que cayó al suelo, adelantó un poco su espalda de la silla y ésta se colocó en posición vertical sobre las cuatro patas. Se levantó y acercándose hasta el mostrador, les fue comunicando como letanía los precios de las habitaciones, haciéndoles saber ...
... que el pago era por adelantado.
La estancia era casi oscura, solo había una pequeña lámpara de estudio detrás del mostrador sobre una mesa donde estaba el libro de registro de huéspedes y un bolígrafo con publicidad de una empresa maderera dejado caer sobre el centro del libro abierto. La televisión con sus movimientos de imagen daba en ocasiones una iluminación de claro oscuros a la recepción de tonos gris azulados. Cuando las imágenes eran claras a través del pequeño televisor, las paredes de la recepción se iluminaban y podían verse todo tipo de almanaques comerciales con señoritas de escasa ropa en pose insinuante, cachorros de perro, pollos, gatos y otro tipo de animales que se mezclaban con imágenes de santos, del propio Cristo, paisajes de ensueño, casas, carne de pollo, etc., todos ellos con los consabidas cuadrículas de papel con la numeración diaria en colores semanales.
Ciento tres era el numero toscamente grabado en el tarugo de madera del que pendía, con una cuerdita sucia, la llave que les dejó el recepcionista sobre el mostrador después de recoger el dinero y contarlo, comprobando uno a uno, que no había ningún billete falso.
CAPÍTULO VIII
Conocía de sobra que todos los hoteles del mundo numeran de la misma manera sus habitaciones, así es que sin indicación del recepcionista, él sabía que la habitación ciento tres se encontraría en la primera planta.
Con un gesto le invitó a ella a que pasara delante en dirección a la escalera; con un movimiento ...