Esclava y sumisa
Fecha: 26/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... dejaba soltar la pija le pegaba en el culo con un cinturón, la desnudaba con violencia, le escupía la cara, la manoteaba del pelo para besarla en la boca frenética y le mordía las nalgas pajeándola con un desodorante.
Le pedí que se le suba a Ernesto y que se lo coja. Mientras su cuerpito saltaba embriagado en sudor yo le comía las tetas, y ella degustaba mi bombacha o el bóxer de Ernesto, además de soportar mis pellizcones.
No hubo forma de evitarlo. Ernesto eyaculó adentro de esa conchita sucia!
Ahí recordé que no toma pastillas. Eso me desencajó. La arrodillé en la cama para obligarla a comernos la concha y la pija a los dos que estábamos de pie frente a ella, y en cuanto él volvió a tenerla más dura que antes le pedí que le haga el culo en esa posición mientras yo la sostenía.
Primero yo le chupé la concha para saborear el semen de Ernesto mezclado con sus jugos de nenita, y luego él le empezó a colocar su estaca en ese culito sudado y dilatado.
Le costó que entrara con facilidad, pero pronto se acompasaban lentamente. Ella gritando de dolor, incluso por mis mordidas a sus pezones, y el chocho de alegría, cada vez más adentro de ella.
¡dale puta, gozá, culeá así mami, que yo no te dejo caer… así que vos gemí, mojate toda, y vos rompele el orto papi, dale, cógela bien, hacela tu putona, como a las borreguitas que te cogés en el camión hasta dejarlas preñadas!
Yo alentaba a mi marido embalentonada, hasta que el ritmo fue tan intenso que pronto la dejé ...
... caer al suelo con él encima, que no paraba de culearla.
Ella se meaba, sangraba su frente tras pegarse con una mesita y lloraba pidiendo mi ayuda. Pero no la socorrí.
Observaba las envestidas de Ernesto en ese culo servicial, y me gustaba que la fuese arrastrando por el piso sin frenar el ritmo ni la rudeza con la que le metía los dedos en la boca luego de sacarlos de su vagina.
Yo no paraba de tocarme. Pero en cuanto acabé sentí que el peso de la ley podría caer sobre nuestro hogar si esta mugrienta nos denunciaba, mientras mi esposo le daba la lechita en la boca.
Lurdes sigue en casa, hoy embarazada de 8 meses de Ernesto, o tal vez de Mateo.
Todos vivimos bajo el mismo techo, y juntos seguimos sometiendo a la chiquita, aunque bajo algunos cuidados.
Cuando me enteré que Ernesto me ponía los cuernos con mi hermana, preferí preservar la armonía del hogar y nuestros secretos a echarlo de casa.
Mañana Luly cumple 20 años, y todavía no hemos pensado en su regalo.
Le sigo pagando para que le haga petes a Mateo adelante mío, para que almuerce desnuda cuando estamos solas y nececito tocarme, para que se deje manosear por mi hermano, para que le chupe la pija a Mario, que es el que nos arregla el jardín, para que provoque a los amigos de mi marido, y para que se voltee a Elías.
Pero no se imaginan lo que nos calienta a Ernesto y a mí saber que en su vientre se gesta la semilla de la perversión más absoluta, desprejuiciada y promiscua!
No nos importa que ...