EL MASAJE (1ª parte)
Fecha: 24/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
EL MASAJE (1ª parte)
Mi nombre es Ana. Hace unas semanas mi esposo José y yo nos fuimos con otra pareja, Rosa y Juan, a pasar un fin de semana en una casa rural. Al llegar la noche, nos pusimos a ver un partido de futbol que daban por la tele, ya que José es muy aficionado, y Rosa también. En cambio a mi y Juan no nos gusta nada.
Cuando llevábamos pocos minutos, me quejé que me dolía la espalda y las piernas, ya que habíamos estado todo el día andando por el monte. Juan, se ofreció a hacerme un masaje en la espalda para calmarme el dolor. Rosa me sugirió que aceptará que su marido solía calmarle con frecuencia el dolor de espalda. Yo acepté y él se puso detrás de mí a darme masajes en el cuello y los hombros. Pero la postura de ambos era bastante incomoda, y Juan propuso que si me tumbaba en la cama podría hacerlo mejor. Yo y Juan subimos al piso de arriba que era donde estaban las habitaciones, y me tumbé en la cama para continuar con el masaje. Juan me dijo que me quitará la camisa para ponerme crema suavizante en la espalda para que me relajara más. Yo, me lo pensé un momento, y me quité la camisa, quedándome en sujetador, pero rápidamente me tumbé de espaldas en la cama porque tenía vergüenza. Juan prosiguió con el masaje en la espalda, muy lentamente haciendo que me encontrara muy a gusto. Sus manos iban desde el cuello hasta la cintura palpando y acariciando la espalda. Cuando estuve totalmente relajada, me dijo que si me dolían las piernas, me quitara los ...
... pantalones y también me haría un masaje en las piernas. Pensé que me iría muy bien, y aunque seguía teniendo vergüenza, me quité los pantalones sin cambiar de postura, y me quedé en bragas y sujetadores, boca a bajo en la cama.
Juan, empezó su masaje en las piernas, empezando por los pies y los tobillos, y muy suavemente fue subiendo por las pantorrillas y las rodillas hasta llegar a los muslos. Aquí se entretuvo mucho rato, acariciando la parte interior de las piernas, hasta casi tocar las bragas. De repente, dejó las piernas y volvió a la espalda. A los dos minutos, desabrocho mi sujetador con la escusa de poder trabajar mejor, y siguió acariciando toda la espalda, de arriba abajo y de un lado a otro, llegando a los costados de mi cuerpo, muy cerca de los pechos. Yo no me atreví a decirle nada, para que él no pensara que tenía pudor por un simple masaje. Pero mi silencio animó a Juan que aprovechó para acariciarme la espalda cada vez mas abajo, hasta meter las manos por debajo de las bragas y acariciarme todo el culo. Después de uno rato, volvió a las piernas, pero enseguida subió sus manos y las puso por debajo de las bragas para tocarme otra vez el culo.
Al cabo de unos momentos, Juan me propuso que me diera la vuelta que también me podía hacer masajes muy relajantes en el vientre. En estos momentos yo tenía una mezcla de vergüenza y excitación y no sabia que hacer. Además sabia que mi marido y Rosa estábamos en en piso de abajo y podían subir en cualquier momento. Pero ...