Hice que mi madre cumpliera mis fantasías (tercera parte)
Fecha: 18/07/2019,
Categorías:
No Consentido
Autor: voyeur34, Fuente: CuentoRelatos
... pasión, con obsesión. Y la calentaba como a una perra en celo. Disfrutaba convirtiéndome en su voyeur. En su objeto de admiración sexual.
Así transcurrieron muchos días, miradas, arrimones en silencio y exhibicionismo de su parte y en respuesta, cinismo de la mía. Yo disfrutaba todo ese proceso, como les dije eso para mi es el erotismo. Ese proceso de cortejo, de insinuación, de imaginación y deseo profundo.
Una ocasión dos meses después de la tarde de pelis en que se quedó dormida para mí y me dejó con toda la calentura explotándome en los huevos, volvimos a estar juntos en la sala. Esa tarde había llegado cansada, por eso no quiso ni cambiarse de ropa. Traía una falta ejecutiva gris que le llegaba apenas arriba de las rodillas. Gris Oxford, recuerdo, un gris oscuro. Sin medias y con zapatillas negras. Blusa blanca con el escote de siempre. Ya saben, ese busto que hace que quiera reventar uno de los botones. Yo ya sabía que esa tarde iba a calentarme de nuevo, era su juego de las últimas semanas. Yo que me conformaba con esas visiones cachondas, no me quejé y dije, al menos puedo tenerla así. Pero mi madre, como ya les he contado era una mujer de sorpresas y las cosas se hacían solo cuando ella lo deseaba.
Como de costumbre, se acomodó acostada en el sillón, doblando las piernas y dejando toda su pepa mirando hacia mí. Yo, como de costumbre, me agarré la verga y me comencé a sobar. Ella las abría y las cerraba como si nada pasara. Pero esta vez pasó…
―¿Te gusta ...
... lo que ves?
―Sí.
―¿Cuánto?
―Mucho, ¿no se nota? ―pregunté señalándole mi bulto.
―Me los puse para ti.
―¿De verdad mamá?
―No soy tu madre por ahora ―sus calzones eran tipo bikini de satín negro.
Su pepa brillaba al moverse en un ángulo distinto en contraste con la luz. Su vulva se podría distinguir perfectamente en sus bordes y su tamaño. Era una panocha perfecta delineada por el negro satín que la cubría. Eso me ponía a mil por hora.
― ¿Te gusta como se ve mi vagina?
―Me encanta, Moni. Te ves muy sensual con esos calzoncitos negros, me fascinan.
―Dime que te encanta mi vagina, pero dilo más sucio.
―Tu pepa me vuelve loco ―mi madre cerró los ojos y suspiró. A mí eso me excitó mucho, me brincó la verga. Esa faceta de mi madre me encantaba. Me dejaba decirle las cosas como si fuera una perra caliente, lo que era en realidad.
― ¿Así te gusta decirle a mi vagina? ¿Te pone caliente?
―Así es. Me hace sentir que te envilece, y te vulgariza.
―Dímelo otra vez.
―Tu pepota cachonda, tu panocha sensual me vuelve loco, Moni.
―Mastúrbate frente a mí, quiero verte.
― ¿Cómo dices?
―Que te la jales viéndome así. Quiero ver cuánto te excita mi cuerpo.
―Que no ves como tengo mi pene.
―Verga... Háblame sucio, me gusta que lo hagas… Se me hace perverso y erótico.
―Mira como tengo mi verga por ti, Moni ―le dije mientras liberaba mi miembro fuera de mi pants.
Ella lo vio en todo su esplendor. No hizo gesto alguno, como en sus juicios, ...