Mi esposo está de viaje y quiero que me folles
Fecha: 15/06/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: LaBellu, Fuente: CuentoRelatos
... empuje de mis tetas contra sus pectorales y terminar cayendo juntos sobre el sofá, fue todo una.
Él había quedado debajo, boca arriba; yo a horcajadas sobre su paquete, frente a frente. En esta posición tiré del sostén hasta romperlo: total, de todas formas iba a quedarse en su estanque, nadando feliz hasta que otra llegara, y con ella la nueva temporada de pesca. Él me miró atónito, con los ojos desorbitados por las lunas de Saturno,alunizando con mis melones, maravillado con mis pezones, tan orgullosamente erguidos como los granos en el rostro de un adolescente pajillero.
Tardó en reaccionar, pero finalmente lo hizo.
—¡Te has vuelto loca! —exclamó, tratando de cubrirme con los pedazossostenianos, Misión Imposible porque poco o nada podían tapar entre tanto melonar.
—No, Rufi, no te comportes como un gilipollas, porque puedo leer en tu rostro todos aquellos «quiero follarte» que nunca me dijiste y que debiste meterte por el culo.
—Pero, pero —repitió como un papagayo—, pero esto no está bien. ¿Qué ocurre con tu marido?
—¡JA! —me salió del alma—. Qué te importará a ti mi marido, si yo ni me acordaba de que estoy casada. Pero, si tú quieres, no tengo inconveniente en llamarle, pedirle que venga y montárnoslo entre los tres.
Dejé las tonterías a un lado, obviando sus comentarios, y me lancé a por su pajarito, abriéndole la cremallera de la jaula y buscando entre el calzoncillo —sí, era de los de antes, de los que seguramente usaba cuando aún llevaba ...
... pantalones cortos—. Una vez lo tuve entre las manos, más que pajarito era una morcilla de Burgos, si es que en esta bella provincia las elaboran blancas, dato del que no tengo ni pajolera idea.
Dejando a un lado la ornitología y la buena mesa, Rufi comenzó a sudar cuando anuncié que se la iba a comer. El pobre no debió entender que lo decía en sentido figurado. Trató de resistirse como un jabato, apelando a mi compromiso conyugal, recordándome a quién habrían de crecerle grandes cuernos de un momento a otro.
—Está bien, Rufi —le dije muy seria, dejando mis manos quietas donde estaban—. Si no quieres, no quieres —añadí, jugándomela a todo o nada: tampoco era cuestión de violarlo. ¿O sí lo era? No tenía nada claro este punto y dependería de su negativa, si esta llegaba.
—No es eso. Es que…
—Se siente —dije apuntándome un tanto, risueña como una virgen que no sabe el calvario que se le viene encima—. Responder a una negación con otra, equivale a una afirmación.
Mis manos resucitaron igual que Lázaro, solo que con un «muévete y masturba». Lo hice con las dos al tiempo, sujetando la base con la izquierda, la torpe, y meneando la diestra desde la mitad del tronco hasta la cabeza, gorda, sonrosada y con una forma que se me antojaba muy parecida a la punta de un arpón, de esos que solo tienen una cresta en el pincho.
Justo en el momento en que él cerraba los ojos para concentrarse, deslicé el culo hacia atrás, hasta sentarme sobre sus tobillos, y, en esta posición, me ...