1. Mi esposo está de viaje y quiero que me folles


    Fecha: 15/06/2017, Categorías: Infidelidad Autor: LaBellu, Fuente: CuentoRelatos

    ... convertido en un sabueso, y se apresuró a abrir la puerta cuando su nariz detectó el hedor.
    
    —Ponte cómoda —dijo apenas entramos.
    
    Y yo le hice caso, pues no era cuestión de desobedecer, mientras le seguía por el pasillo, quitándome primero la blusa de seda y luego la falda cortita, dejando ambas prendas tiradas por el suelo, igual que en las películas. Ya en el salón, no tenía la menor idea del berenjenal en que se había metido.
    
    —Ponte cómoda —repitió al tiempo que, con un gesto de la mano y sin girarse, me invitaba a tomar asiento, como a las señoritas finas.
    
    —¿Cómo? ¿Quieres que me ponga aún más cómoda? —pregunté con cierto retintín.
    
    Él se dio la vuelta y entonces se encontró con todo el percal.
    
    —¿Qué haces, mujer? —preguntó, anteponiendo la mano en el aire entre él y yo, ocultando con la palma mis grandes pechos, a punto de saltar del sujetador, y la entrepierna con el dedo pulgar, que poco podía tapar. Me recordó a un pintor calculando la perspectiva.
    
    —Tú me has dicho que me pusiera cómoda, y yo soy una mujer obediente.
    
    —Sí, mujer, lo he dicho, pero no era más que una frase hecha; tampoco era cuestión de que te lo tomaras al pie de la letra.
    
    —Pues yo me he puesto tan cómoda como he podido, porque no veas el calorcito que noto por todas partes. Por un momento he pensado que estaba sufriendo una combustión espontánea.
    
    —Ya, pero…
    
    —No, no sigas —le corté—. Ya sé que para ti no soy más que un monstruito. Y me consta que no te gusto ni un tanto ...
    ... así. —Alcé la mano y dejé una distancia muy pequeñita entre el pulgar y el índice, mientras hacía pucheros con lo morros.
    
    —No seas boba, Dani; no me gusta que digas esas cosas; odio cuando una mujer se hace de menos.
    
    —Eso significa que… —Dejé pasar unos segundos por si él captaba la indirecta. No lo hizo—. Eso significa que… —insistí, cruzando los brazos por delante de mis pechos y colocando las manos sobre los hombros, simulando que alguien me abrazaba. ¡Ni por esas!
    
    —¿Qué significa? —preguntó el muy lerdo.
    
    Yo perdí la paciencia.
    
    —Hijo, o eres mas corto que la picha de la Hormiga Atómica, o te lo haces. Espera, que te hago un resumen: si dices que no te gusta que diga de mí ciertas cosas, haciéndome de menos, eso significa que… —escribí con la mano en el aire las letras que componían la palabra que yo quería escuchar: T-E G-U-S-T-O.
    
    —No, mujer, cómo puedes decir que me disgustas.
    
    ¡Ag! Definitivamente algo no marchaba bien. Por más que yo le tirara la caña ahora, llegué a la conclusión de que Rufi no hubiese visto el cebo ni colocándole el luminoso de un puticlub en el anzuelo.
    
    —No he dicho que te disguste, sino que te gusto —dije girando la mano, dando a entender que no era lo de un lado, sino lo del otro.
    
    —Ah, sí, eso sí. Haber empezado por ahí. —Se le escapó, pero a mí me servía igual.
    
    —¡LO HAS DICHO, LO HAS DICHO! —gritar esto, saltar sobre Rufi, colgarme de su cuello, rodear su cintura con mis piernas, que él perdiera el equilibrio por el ...
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