1. Como conocí a Diego...


    Fecha: 25/06/2019, Categorías: Gays Autor: johansarkisian, Fuente: SexoSinTabues

    Cómo conocí a Diego… Era el verano más caluroso desde el siglo pasado. Los programas de televisión no eran esquivos al tiempo: el tema de conversación no iba más allá de la temperatura, la playa, el sol y los daños que éste provoca a la piel. A pesar de los castigos de la naturaleza, nada lograba desmotivarme. Era mi primer ciclo en la academia preuniversitaria, y como todo primerizo, estaba entusiasmado a mil por hora. Nunca fui muy extrovertido a la hora de socializar, pero me prometí dejar la timidez en casa, tenía que hacer amigos esta vez, o me la pasaría sólo todo el año como en la secundaria. Aunque mis intentos de conversación no fueron los más eficientes, logré conocer a un par de chicos muy agradables y, en una semana de conversaciones cortas pero divertidas, ya nos sentábamos juntos en un pupitre. Por primera vez en años, tenía gente agradable con quienes conversar, y hacer las clases más entretenidas. Y luego, conocí a Diego. Era un año mayor que yo, y tenía una estatura muy superior a la mía. Yo le llegaba un poco más arriba de la cintura, para ser exactos. Ese tatuaje en uno de sus brazos se me hacía muy sexy, y la incipiente barba que adornaba su rostro me causaba mucho morbo. Era muy tierno, un niño ahora, pero de grande sería todo un ejemplar de macho. Y eso no era todo: Diego era un fanático empedernido de la música alternativa. Lo descubrí una vez, escuchando el último disco de Lana Del Rey, en una aburrida clase de Literatura. Justo ese día, y con ese ...
    ... tema de conversación, decidí hablarle de una vez por todas No había día que no hablara por lo menos tres horas con Diego. Si no era en el salón, pues por llamadas de teléfono. Nuestros temas de conversación iban desde música, películas, libros hasta todo lo que a cualquier mortal le pueda sonar nerd. Detrás de ese cuerpo de pequeño Dios griego, había un chico introvertido, inteligente y sensible. Y así, entre conversaciones, salidas grupales al cine, visitas al teatro y algunos restaurantes, mi primer simulacro me trajo de vuelta a la realidad. El otoño pisaba fuerte en Lima, ya lo creo, y la primera patada fue para mí. La física nunca fue mi curso favorito, sin embargo, debo confesar que no estaba poniendo mucho empeño para cambiar eso. Mis amigos, en cambio, no sólo dominaban el curso, sino que eran los mejores alumnos de la clase. Siempre teníamos a un alumno curioso detrás de Francisco, que siempre ayudaba, o detrás de Diego, que no le gustaba resolver los problemas que otros le consultaban. “Es que luego se acostumbran a que otro lo haga, y no aprenden por sí mismos” me dijo una vez, y tenía razón. Aunque, al enterarse de mi bajo desempeño, se ofreció amablemente a darme asesorías en su casa, resolvería problemas mientras yo observaba y, luego, intentaría hacer uno yo sólo. Aquella oportunidad era música para mis oídos, así que no dudé en aceptar. Los primeros días en su casa transcurrían normales, dos horas eran suficientes para hacerme entender de física y, de paso, ver ...
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