Sexo en el Olímpico de Sevilla
Fecha: 23/06/2019,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Sevillano, Fuente: CuentoRelatos
... movimientos con miradas al tío.
Estuvo así poco tiempo antes de que él la levantara, la pusiera contra el capó y se la metiera. Cuando lo hizo escuché perfectamente el gemido de ella.
Empezó a follarla así, sujetándola del pelo. Los movimientos eran rápidos y contundentes. Los gemidos iban a más y me llegaban claros, junto con algún “dame fuerte” o “no pares”
Me tenían a mil, tanto por lo que estaba viendo como por la situación, allí al aire libre, iluminados por aquellas farolas y por los focos de los pocos coches que pasaban. Mi polla no aguantaría mucho más.
El tío le dio un cachetazo en el culo que se escuchó perfectamente. A continuación la apretó con fuerza, haciendo que todo el cuerpo de ella se fuera contra el capó.
En ese momento mi leche salió de mi polla, manchando mi mano, mi estómago y muslos.
Mientras mi respiración se apaciguaba, vi como el chico retomaba la posición y se la seguía follando con fuerza. Fue un minuto más o menos de movimientos duros, de gemidos casi a gritos, hasta que él se separó, ella se agachó rápidamente y se metió la polla en la boca para recibir la corrida.
Yo seguía mirando con ojos como platos.
Luego ella se separó y se incorporó. Se acercó a él y lo besó. Y luego se alejó algo para limpiarse.
Yo hice lo mismo con unos pañuelos de mi guantera. Cuando terminé, ella casi había terminado también. La vi acercarse de nuevo al tío y besarlo, intercambiar algunas palabras y, para mi sorpresa, la vi ...
... encaminarse a otro coche que hasta aquel momento no había visto yo y que estaba allí cerca parado también. Así que no habían venido juntos… no sé porqué pero aquello me sonó a cuernos.
Cuando él y ella se habían montado en sus coches, yo arranqué el mío y me incorporé de nuevo a la carretera.
Seguí con el camino a casa, escuchando la radio y con una sensación placentera tras la corrida.
Iba pensando en la tía y en el polvazo que había visto.
El semáforo que hay en la supernorte para entrar en Pino Montano me detuvo.
Otro coche se detuvo a mi izquierda.
Cuando miré vi con sorpresa que era la tía del polvo. Era un C4 gris. Ella era guapa, morena y de la edad que ya había imaginado antes. Se cruzó la mirada un segundo conmigo. Me produjo otra semierección ver esa cara y esa boca que, hacía solo unos minutos, había recibido la leche del tío.
También con sorpresa vi que en la parte trasera del coche había un par de sillitas de niño. Mi mente empezó a imaginar de nuevo lo de los cuernos que había pensado antes. Y mi erección fue ya completa de nuevo.
El verde del semáforo interrumpió mis pensamientos.
Ambos coches arrancamos y seguimos el camino. Yo me coloqué tras ella, aunque al rato ella giró en la última salida antes del aeropuerto y yo seguí adelante.
Estaba claro que en los próximos días cuando pasara por el estadio olímpico miraría con cuidado a ver si los veía de nuevo.
Aquella noche, tras la ducha me acosté. Aunque fue algo más tarde, claro.