1. Lilia


    Fecha: 23/06/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... cama, al sentarse le quité el corpiño y los zapatos, yo deje caer mis calzones. Estábamos desnudos. La paré, me retiré un poco y empecé por mirar . . . . pero acabé por admirar. ¡Estaba buenísima!. Me asombraron sus muslos, tan gruesos, ¿cómo era posible que se empotraran en esa cinturita?, ¡y las nalgas!, ¡que cosa más hermosa!. Años después, al leer un libro hindú las recordaba por la descripción que hacía de las características que debían tener: simetría, forma, masa muscular, elasticidad, movimiento al caminar y al cohabitar, color y tersura. Pues todo lo tenían y para mi gusto en grado superlativo. No había vellos en el pubis y la línea que lo dividía se iniciaba en una pequeña oquedad por la que asomaba una curiosa lengüita prieta que todavía no sabía yo que era ni para que servía. - Eres linda, linda! -. Le dije. Ella respondió con una risita, estaba como hipnotizada viendo algo que nacía entre mis piernas y que en ese momento me llegaba al ombligo. Nos acostamos y abrazamos, tallábamos nuestros cuerpos entre sí mientras nos besábamos, mis manos la recorrieron hasta que fueron relevadas por mi boca. Empecé por sus pechitos, que lamí, chupé, succioné, mordisqué y presioné; eso la hizo moverse como culebra. No aguantó más y me dijo: -¡Ya!, ¡ya estate!- Me quité y tomando la almohada se la metí bajo las nalgas, cuando lo hacía vi algo difícil de creer: tenía la vulva abierta como si fuera una boca, sólo que vertical y aquella lengüita prieta que había yo visto, ahora ...
    ... era más grande y saliente, (que tonto, en ese tiempo no sabía yo lo sabroso que era chupar eso). Me acomodé y en cuanto el glande tocó la entrada de aquel paraíso empecé a sentir un arrobamiento que seguramente fue la sensación que dio origen al género humano. La miré, estaba asustada. Empuje un poco. Apretó los dientes, abrió los labios y aspiró aire dejándome oír un “shshshshsh” que duró todo el tiempo que tardó la penetración. Me quedé quieto, más que todo porque sentí como se precipitaba la llegada del final. ¡Había que moverse!, di tres o cuatro sacadas con metida, la abracé con todas mis fuerzas y recibí por segunda vez en mi vida la deliciosa descarga del placer. Tuve que gemir y estirarme y oí una voz infantil y lejana que me decía: - Chivito, ¿Que te pasa?. te emocionas. - Cuando pasó volví a quedarme quieto. Después de un tiempito empecé a moverme despacio, con ternura; a poco sentí como era correspondido con un movimiento igual. La miraba a los ojos y me miraba; la besaba y me besaba y me abrazaba y sentía el recorrido de su mano por mi espalda y el movimiento ya no era lento, todo lo contrario, era el más rápido que podíamos y sudábamos y . en un momento dado, rindiéndose, levantó los brazos por sobre la cabeza y los dejó caer en la cama mientras me decía con desesperación: -¡Hazme algo! – No se me ocurrió otra cosa: prendí mi boca es su sobaco y chupé y succioné y mordisqueé y . ¡fue suficiente!. Emitió un quejido levantó la pelvis y la corriente eléctrica que ...
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