Strong
Fecha: 22/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sus fieras entre el olor a orines y restos de semen de parejas anteriores.
Tras agotar el paquete de pañuelos de papel, agotados los dos, se abrazaron y acariciaron, esta vez con más suavidad. Se besaron nuevamente, y luego se apartaron para contemplar sus cuerpos medio desnudos, con los pantalones en los tobillos y las camisas desabrochadas. Notó que el chico tenía cierto nerviosismo.
- Oye... - Dijo titubeando - Que me ha gustado mucho.
- - - Sí, no ha estado mal - Respondió mientras se daba cuenta de que sin duda había sido el mejor de sus polvos en mucho tiempo.
- - Se produjo un silencio. Se sonrieron. Parecía que el chico quería más.
- - - Estaba pensando que... bueno... tal vez podríamos vernos alguna vez.
- - Sabía qué significaba eso. Se le hizo un nudo en el estómago. Tenía que quitárselo de encima. Respondió con una sonrisa lo primero que se le ocurrió, aquello que le habían dicho tantas veces cuando él todavía no había aprendido a liberar a tiempo su fiera.
- - - Sí, supongo que algún día volveremos a encontrarnos.
- - El chico se mostró algo confuso. Se produjo un nuevo silencio. Se acercó a la puerta.
- - - Creo que es hora de salir, ¿no? Habrá gente esperando...
- - - ¡Espera! - ...
... gritó el chico repentinamente.
- - - ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Es que todavía quieres más?
- - - Sí, bueno... Pero hoy no. ¿Te apetece quedar mañana?
- - - No sé, tengo cosas que hacer. - Mintió como un bellaco.
- - - Sólo un par de horas, no sé, tomar un café o algo así.
- - Sonrió.
- - - O algo así.
- - Y no pudo decir que no a su inocencia, su sinceridad, su nerviosismo, su simpatía... Y quedaron en verse al día siguiente. Los dos salieron juntos del local, y se besaron nuevamente, en la complicidad de un callejón oscuro, tras una inquieta despedida.
- - Efectivamente al día siguiente quedaron, más sonrientes que nunca. Tomaron el café que habían acordado, y hablaron largamente, descubriéndose a sí mismos como personas. Hacía buen tiempo y decidieron, improvisadamente, caminar un poco por las afueras de la ciudad. Aprovecharían para seguir la conversación.
- - Ninguno de los dos habló de sexo, pero después de un largo paseo y de ver caer el sol apoyados en la barandilla del mirador del Templo de Debod, fueron a su casa e hicieron el amor dulcemente, con la ternura de dos personas que empiezan a descubrir su amor. Y esa no sería la última vez que se vieran.
- - A veces la fiera te da esas satisfacciones.