La semilla estaba plantada.
"¿Cuándo nos volveremos a ver?" Preguntó Felipe. Estaba claro cuál era el objeto de su interés ahora.
"En mi próximo viaje. Anota, igual vas a tener su número ahora."
Anotó y verificó el número como que se le fuera la vida en eso.
"Llámala, para que te tenga."
Que te tenga, que sugerente.
"Chao." Se estaba despidiendo de ella, con la actitud servil que tan bien había cultivado.
No le contestó. "Chao Felipe, nos vemos en dos semanas."
Entramos al hotel como Pedro por su casa. Era conocido de ahí, así que no había problema, mientras que no quisiera usar mi habitación subarrendada. Pasé a recoger mi parte del negocio. En el radio taxi al cuarto ignoramos al chofer, que debe haber escuchado cosas más llamativas que lo nuestro en su larga carrera de invisible.
"¿Cómo te sentiste?"
"Al principio, increíble. Era lo mejor. No podía creer mi suerte, de ser tuya y de que me muestres todas estas cosas tan lindas. Cuando el tipo me quiso obligar a desobedecerte como que vi todo rojo. No sé, podría haber hecho cualquier cosa, mi único miedo era hacer lo que me habías prohibido."
"¿Y cómo te sentiste cuando lo tenías dominado?"
"Bueno, al principio era pura rabia, pero después como que me empezó a gustar. ¿Está mal que me haya gustado?" Me miró con duda, un poco de preocupación.
"No, para nada." Alivio. "Nunca me lo hubiera esperado. No dejas de sorprenderme. Tengo grandes planes para ti."
"Gracias. Gracias por tener ...
... planes para mí."
"¿Así que te gustó? ¿Qué te gustó?"
"Todo. El látigo, la corriente, el poder, humillarlo como un perro."
"Como una perra."
"Sí, eso me gusta más todavía. Humillarlo como una perra. Mi perra."
"Eres increíble." Le apreté del hombro, con cariño.
"Pero sabes, me da un poco de miedo."
"¿Qué te da miedo?"
"Me da miedo que por hacer cosas así me pueda poner alzada contigo."
"Eso no va a pasar. Ni tú ni yo vamos a permitir que algo así pase."
"Preferiría morir antes de que pase algo así."
"No te vas a tener que morir. Tú sabes muy bien cuál es tu lugar, y yo no voy a dejar de recordártelo."
"Gracias. Eres demasiado bueno conmigo."
Llegamos a su cuarto. Me dolían los pies. Ella se veía llena de energía. Todavía no la había visto cansada, pero esta noche estaba más cargada que de normal.
"Estoy raja. Mañana tenemos que trabajar." Se acostó en silencio, me abrazó con suavidad, totalmente dependiente de mi piel. Como siempre, podía percibir a través del más sutil de mis movimientos que debía hacer, que podía hacer. Acercarse, alejarse, recogerse en mi, tocarme, dejarse tocar, mirarme, mirar para otro lado.
Me dormí con ella bajo mi brazo.
"Después del trabajo nos volvemos a encontrar en la Plaza Abaroa." Le dije en nuestro almuerzo. Su cara brilló. "¿Cómo te fue en el trabajo hoy?"
"Muy bien. Estoy mandando como que fuera jefe ya."
"Ya falta poco. Vas a ser jefa de verdad. Con mayor responsabilidad, mejor sueldo. Y el ...