... Enseguida tomó sus herramientas y se concentró en su trabajo. Ana seguía haciendo los quehaceres normales de la casa.Un par de horas más tarde, decidí que era hora para dejarlos solos. Avisé que salía a hacer unas compras algo lejos y Ana dijo entonces que me esperaba a cenar.Saludé a Marcos e hice ruidos como si estuviera cerrando la puerta de entrada; pero en realidad, me escabullí a nuestra habitación y me encerré en el armario.Cinco minutos después entró Marcos, llevando a Ana colgada boca abajo sobre su hombro. La arrojó sobre la cama diciendo:“Por fin se fue el cornudo de tu marido, pensé que no iba a poder cogerte”.Ana no dijo nada. Intentó levantarse de la cama, pero el bruto la tomó por la cintura, le arrancó la falda de jean con un rápido manotazo y en el mismo movimiento le dio un par de azotes en los cachetes a mi delicada esposa.Luego se bajó los pantalones, tomó a Ana por los tobillos y la hizo girar en el aire, hasta dejarla en posición boca abajo, apoyada sobre sus manos y rodillas. Se acomodó detrás de ella, le corrió la tanga a un costado y le clavó la verga hasta el fondo, aferrándola por las caderas para que mi mujercita no pudiera escapar.Ella gritó por la sorpresa de la intrusión; pero entonces Marcos le sujetó la cabeza por los cabellos y le ordenó que se callara. Porque de otra manera, iba a ser todo peor.Yo podía ver la cara de Ana frente a mí, desfigurada por el dolor a la que la sometía ese bruto desalmado. Comenzó a bombearla sin piedad, con ...
... toda violencia, haciendo que Ana abriera la boca al máximo, sin poder gritar…Marcos gruñía como un perro mientras le bombeaba la concha a mi delicada mujercita. En menos de cinco minutos volvió a aullar y se quedó inmóvil, mientras unas rápidas contracciones de su pelvis me indicaban que había vaciado todo su semen dentro de la vagina de Ana.Por fin se salió de ella y le soltó los cabellos, dejándola caer hacia adelante en la cama, totalmente vencida, como si fuera una muñeca rota.Pero todavía no había terminado. Una de sus enormes manos tomó otra vez los cabellos de Ana, obligándola a levantar la cabeza. Ella se encontró de golpe con la gruesa verga de ese bruto delante de su boca.Sabía que le lloverían más golpes y palmadas si se resistía; así que no pudo hacer otra cosa que abrir los labios y aceptar esa verga erecta…Unos minutos después, Marcos estaba nuevamente listo para continuar una segunda vuelta. Se sentó en el borde de la cama y ayudó a Ana a montarse sobre él, indicándole que se empalara en su verga y lo cabalgara.Anita accedió, gimiendo al sentir esa pija enorme que otra vez invadía su cuerpo. Comenzó a balancearse sobre ella, mientras el carpintero le soltaba palmadas sobre los cachetes de su redonda cola…Estuvieron un buen rato así, hasta que de repente Marcos tomó a Ana con firmeza por la cintura y la obligó a quedarse quieta sobre él. Ella por fin aulló temblando al sentir su propio orgasmo.El tipo la dejó sobre la cama y fue a hurgar entre sus herramientas, ...