El metro, un espejo y un desconocido
Fecha: 18/08/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: NoeliaMedina, Fuente: CuentoRelatos
Aquel día, Ana se dirigía al trabajo en metro como cada mañana. La única diferencia era que, en aquella ocasión, el viaje sería totalmente diferente y mucho más interesante que de costumbre.
Su brazo se sostenía a la barra superior colocada en el techo para no caer, su cuerpo era constantemente empujado por las personas que entraban y salían con prisa y su único objetivo diario era encontrar un lugar menos abarrotado para pasar sus interminables veinte minutos de trayecto. Se conformaba con eso, ya que pensar en encontrar asiento era todo un sueño probablemente inalcanzable.
En cuanto tuvo un hueco aceptable, caminó hasta el final del largo pasillo abriendo paso entre la gente para colocarse en un rincón. Allí no había puerta trasera y la gente no salía cómo bestias indomables.
Pensó en sacar un libro, pero como siempre, descartó totalmente la idea. No era cómodo leer con un solo brazo sosteniendo el pesado elemento y luchando todo el tiempo por mantenerte en pie, así que colocó sus cascos y se deleitó con la música de James Arthur.
Aquel rincón le pareció algo peculiar; justo frente suya, casi rozándola, se encontraba un espejo entre largo. Se miró un segundo y sonrió al percatarse de que su pelo corto y rojizo destacaba entre las múltiples cabezas que tenía tras de sí.
Con los ojos cerrados y tarareando mentalmente una de sus canciones favoritas, notó una leve caricia en su cintura que la alarmó. Abrió los ojos de repente y observó tras el espejo, no pudo ...
... diferenciar ningún rostro que se fijara en ella particularmente, todos iban a su rollo sin mirar a nadie más. Pasaron unos minutos hasta que volvió a cerrar los ojos, en cuanto hizo aquel movimiento de párpados, de nuevo una mano tocó su cintura, ésta vez manteniendo el roce por unos segundos más. Cuando volvió a abrirlos, algo molesta, las caricias cesaron. De nuevo miró tras el espejo y cómo antes... nada.
Que te rozaran en un lugar así de transitado era lo más común del mundo, pero aquel par de caricias que había sentido le demostraron a su cuerpo que en ellas había algo diferente, algo intencionado.
Aquella acción se repitió muchas veces más, pero cada vez que sus parpados arribaban, el contacto cesaba. Sonrió levemente dejando ver al desconocido que estuviera haciendo aquello, que estaba dispuesta a averiguar quién era, así que cerró sus ojos y se dejó llevar. Las caricias se volvieron más intensas. Ahora eran dos manos las que la tocaban, recorriendo suavemente su abdomen y su cadera. Comenzaron a subir disimuladamente hasta rozar la parte inferior de su pecho, y ella, que en un principio no tenía intención ninguna de seguir con aquello, inesperadamente se dejó hacer. Las manos se apartaron de sus pechos dejándola con ganas de más, pero Ana no abrió los ojos, los dejó cerrados indicándole que siguiera y sus exigencias no se hicieron esperar mucho. Las manos se tomaron el lujo de acariciar su abdomen bajo su camiseta y de hacer círculos alrededor de su ombligo, ...