Sin los novios
Fecha: 08/03/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... abrió un poco el albornoz dejándonos ver un pequeño pecho.
Continuamos charlando y riéndonos mientras acabábamos de cenar. Ruth entraba y salía continuamente de su habitación, cada vez con un conjunto de ropa interior o con camisas y zapatos de diseño. Se notaba que era un poco pija y no escatimaba en gastos con la ropa.
No se que ponerme, ¿qué os parece la americana negra? La que deja ver medio sujetador.
Para lo que te va a durar la ropa puesta… - contestó Elena.
Si te lo quieres ligar, ponte una minifalda sin ropa interior – la recomendó Mónica- eso nunca falla.
¿Así te ligaste a Jose? – la pregunte en broma.
No hizo falta tanto, bastó con una falda con tirantes – se notaba que el vino estaba soltándonos la lengua.
Yo utilicé unos pantalones ajustados brillantes – reímos de nuevo.
Ruth se fue dispuesta a triunfar y nosotras tres seguimos charlando de todo un poco pero siempre volviendo al tema de los hombres. Elena sacó un licor que tenía reservado y luego, Mónica, una botella de ron que casi nos acabamos.
Eran más de las cuatro de la mañana cuando nos fuimos a la cama. Me puse un pantalón de pijama prestado, que me quedaba grande de cintura y me caía hasta la cadera, dejando al aire las tiras del tanguita que llevaba debajo y una camiseta de tirantes mía. La cama que compartíamos Mónica y yo era de 1,35, lo suficientemente grande para las dos. Aún seguimos hablando un buen rato de sus compañeras de piso y lo bien que me habían caído.
Cuando ...
... estaba cogiendo el sueño, oí como se abría la puerta de la calle y pude reconocer la voz de Ruth y otra de un desconocido. Sonreí para mi interior, ella tampoco iba a dormir sola, si dormía algo.
¡Valla tía! No pierde una oportunidad – susurró Mónica.
Ya te digo, ¿es siempre así?
Casi todos los fines de semana está con uno distinto, desde que dejó a su novio.
¡Qué envidia! Yo no sería capaz – confesé sinceramente.
Sabe divertirse.
Tengo que ir al baño, no me aguanto más.
Como dormía pegada a la ventana, para salir pasé por encima de Mónica y en la oscuridad pude sentirla muy cerca, por la cabeza me pasó la imagen de Jose, le hubiera gustado vernos en esa posición. Intenté no hacer ruido para no despertar a Elena, pero Ruth y su acompañante no tenían tanto cuidado. Del fondo del comedor venían unos débiles pero claros gemidos y entremezclados con estos, se podían distinguir una especie de gruñidos masculinos. Mientras que aliviaba mi vejiga, recordaba divertida los ruiditos de placer. De vuelta a la habitación noté que los bufidos del chico se imponían a los gemidos de Ruth y al entrar en el dormitorio no pude disimular una pequeña risita.
¿De qué te ríes, de los dos ruidosos? – me preguntó Mónica.
Sí, tía ¿aquí también se oyen? – pregunté mientras afinaba el oído.
¡Ya te digo! Ruth le está haciendo disfrutar – volví a pasar sobre ella para ocupar mi sitio en la cama.
Ángel no hace ningún ruido, es súper silencioso.
Jose tampoco, pero ese tío ...