Día de boda
Fecha: 06/03/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Pantunflo, Fuente: CuentoRelatos
... sujetador, o más bien las copas que guardaban mis pechos, y las metí en el bolso. Volví a la mesa y noté la sonrisa cómplice de mi marido al percatarse de mi acción. El resto de los comensales seguían absortos en conversaciones sobre anécdotas que tenían como protagonistas al novio o la novia, cosa que a nosotros nos resultaba totalmente indiferente, preferíamos seguir con nuestro jueguito erótico.
La siguiente vez que el camarero acudió solícito a llenar mi copa, me incliné hacia delante mientras vertía el líquido, dejando a la vista algo más de mi anatomía, y descubrí por su expresión sorprendida que había llegado a atisbar parte de mi pezón derecho. Me miró nervioso y yo le devolví una mirada provocativa y juguetona, directa a sus ojos, que bailaban entre los míos y mi pezón. Con dificultad terminó de llenar y se retiró, aunque me fijé en que algo había crecido dentro de sus pantalones, que el pobre diablo intentaba disimular como podía. Mi calentura iba en aumento, así que con disimulo metí la mano bajo el mantel de la mesa y empecé a sobar la polla de mi marido, que también estaba contenta, porque no había perdido detalle de mi anterior actuación.
En la siguiente ocasión en la que llenó la copa (y el vino empezaba a hacer estragos en mí) se repitió la escena anterior, solo que esta vez aderezado por la visión de mi mano moviéndose acompasadamente sobre la entrepierna de mi marido.
- Más vino, señora, veo que su copa está casi vacía
- Gracias, aunque como ...
... siga bebiendo no sé si voy a poder controlarme -, respondí mientras le guiñaba un ojo con descaro, y apretaba la polla que tenía en la mano, aunque con la suficiente sutileza como para que otras personas no se dieran cuenta.
El nerviosismo del chico era patente, su mano dejó de tener el temple del que había alardeado durante la noche y la botella comenzó a temblar entre sus dedos mientras vertía el vino y yo no quitaba ojo de su mirada, que nuevamente se centraba inevitablemente en mis pechos, desnudos a su visión. Pero no derramó el vino.
Dispuesta a triunfar en mi juego de seducción, fui de nuevo al servicio y está vez, bastante afectada por el alcohol ingerido, me quité las bragas y las guardé en el bolso. Salí sintiéndome como una auténtica gata en celo, dispuesta a conseguir mi propósito. Me senté en la mesa y me cubrí con el mantel hasta la cintura, a la vez que con mucho disimulo subía el vestido para dejar al descubierto mi pubis, tomando la mano de mi marido y llevándola hasta él para que comprobará cómo de mojada estaba en ese momento.
Nuevamente acabe con el contenido de la copa y mi querido camarero personal volvió a acercarse para reponerla, ya implicado en este juego perverso. Su sorpresa fue mayúscula cuando, al ir a servir el vino retiré el mantel de la mesa con cuidado de no ser vista por el resto de comensales y le enseñe mis piernas abiertas y la mano de mi marido jugando con mis labios vaginales.
- ¿Te gusta lo que ves?- pregunté en voz baja ...