1. Nines


    Fecha: 01/03/2019, Categorías: Erotismo y amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... digo, Nines; más que si acabara de tocarme el premio “gordo” de la Lotería
    
    Nines me miró fijamente; muy, muy fijamente, para enseguida abrirme su rostro en una sonrisa más que abierta que le cubría toda su faz, al tiempo que me decía hasta, casi, casi, que con arrobo
    
    ¿Sabes Antonio? Lo que acabas de decirme, es la cosa más bonita que chico alguno, hombre alguno, me haya dicho jamás. ¡Hay Dios! Pero, pero, qué solete, qué delicia de hombre eres, Antonio, mi muy, muy, querido amigo
    
    Y de nuevo, para no perder comba, quedé callado, hecho un pasmarote, hasta que pude reaccionar un tanto normalmente.
    
    Anda Nines, no seas tonta y deja el “incensario”, que tampoco hace falta, pues eso, que no sea, del todo, mala persona, y hasta pelín bueno, tampoco es tan importante; que eso suele pasar hasta en las “peores” familias, ja, ja, ja,…
    
    Así quise desviar un tanto el tono de una conversación que me empezaba a poner en exceso nervioso por demasiado agradable por parte de ella, luego mejor, mucho mejor, no alzar castillos en el aire, que luego, el batacazo, puede ser hasta homérico. Pero la triquiñuela me sirvió de poco, pues ella se puso terne que terne en ser más que agradable, hasta cariñosa conmigo, en algo así como lo nunca visto. En fin, que se levantó del sitio que ocupaba, sentada frente a mí, haciendo intención de venirse conmigo, con lo que la barca comenzó moverse, bamboleándose de una borda a la otra que espantaba
    
    ¡Pero te quieres estar ...
    ... quieta y sentarte tranquilita, loca, más que loca!
    
    Pues no, que quiero ir allá, contigo; sentarme a tu lado, para demostrarte que, de verdad, te quiero, y mucho. Así que ya sabes: O me ayudas a llegar hasta ti o, los dos, ¡al agua, patos!
    
    Y haber qué iba a hacer yo, más que levantarme y tenderle las manos, ayudándole a, efectivamente, venirse conmigo, sentándose a mi lado
    
    ¡Estás loca, Nines; loca de remate! ¡Dios, Dios, Dios, y la que has podido liar!!
    
    Anda, tontorrón; no me seas tan protestón que, finalmente, nada pasó. Solo que, con toda razón confiaba en ti, segura de que no permitirías lo de “al agua, patos”.
    
    Y, echándome sus brazos al cuello, me abrazó, besándome, una y otra vez, en las mejillas. Y yo, pues qué queréis; que un color se me iba y otro seme venía, mientras la cara me ardía, me echaba fuego, vamos.
    
    ¿Lo ves, Toñito, cómo te quiero? ¡Más; bastante más que tú a mí!
    
    Yo ni sabía qué hacer, pues la tentación que ella, así, representaba, era demasiado fuerte para no hacer una locura; como poco, sellarle la boca con un beso de los de época. Así que opté por acabar con aquello casi, casi que “manu militari”, pues la tomé, suave pero firmemente, por los antebrazos, junto a los hombros, separándola de mí.
    
    ¡Basta ya, Nines! Dejemos ya todo esto. Va siendo tarde, luego lo mejor es lo de cada mochuelo a su olivo; que nos volvamos los dos a nuestro sitio, dejando la cosa por hoy; y mañana será otro día…
    
    FIN DEL CAPÍTULO 
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