Un hombre encandilado por la belleza de una joven
Fecha: 20/02/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Manteufel, Fuente: CuentoRelatos
... y eso que solo contaba con 18 años. Comencé a asustarme por el mundo cuando se hiciese mayor. No creía que la humanidad estuviese para soportar el impacto de mi querida Mónica cuando llegase a la madurez sexual. Así pasaron un par de meses más, y el dinero se me iba agotando. Bendita quiniela. Tras acabar una sesión en la que ella estuvo especialmente activa, tanto que se corrió dos veces bajo mis caricias, le dije mientras le acariciaba el cabello que me estaba quedando sin dinero... le ofrecí paga doble ese día, pero que no podíamos seguir así. Ella se quedó pensativa y como triste... no dijo nada. Me dio un beso, el primero y el que entonces creí sería el último. En la mejilla. Me había masturbado y yo había jugado con su cuerpo, pero jamás me había besado.
Y con los años el mundo hubo de enfrentarse a ella. Se hizo modelo, después la amante de un famoso futbolista. Consiguió escándalos, exclusivas. Cuando acabó con el deportista, se convirtió en la amante de un político sesentón. ...
... Grabó sus encuentros con él, se pagó una cifra record por esas imágenes. Mantuvo una vida escandalosa pero a la vez ordenada, sin perder la cabeza, con unos límites de los que no se salía. Porque sabía que era importante mantenerse dentro de lo pactado, hasta que el acuerdo expiraba. No había que defraudar a tu "socio". Ustedes se preguntaran que como lo sé... muy sencillo. El martes siguiente, mientras meditaba sobre lo que había vivido con Mónica y suspiraba por ella, alguien dio unos golpecitos en mi puerta. En el suelo ante ella, había un pequeño sobre blanco. En su interior, una sencilla nota. “Si deseas ganarte un céntimo, no tienes más que dejar la puerta abierta para mí. Subiré en cinco minutos". Nunca en la vida me ha importado tan poco que me ofreciesen una miseria tal por mis servicios. Por cierto, nunca lo cobré. Mónica tenía la cabeza bien amueblada en cuanto al dinero, conocía el valor de hasta la última moneda. Me gusta pensar que eso también lo aprendió de mí. Un cielo.