AMANTES
Fecha: 18/02/2019,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: erotikakarenc, Fuente: RelatosEróticos
... habitación.
¡Para! – Me ordenó con evidente excitación.
Obedecí y me hizo acostar sobre la cama con las piernas abiertas. Se puso entre ellas de rodillas y sentí su lengua rozando mi clítoris. Gemí y mi cuerpo se estremeció al sentir aquella caricia. Luego sentí su boca cerrarse sobre mi clítoris y succionarlo. Un nuevo estremecimiento sacudió mi cuerpo. Mi sexo estaba cada vez más húmedo, más excitado y me hacía desearle cada vez más. Su lengua se movía sabiamente por mi sexo, yendo de mi clítoris a mi vagina e introduciéndose en ella. Empezó a martillear mi clítoris con la lengua, mientras introducía un par de dedos en mi vagina. Aquello me excitó aún más, haciendo que mi sexo pareciera un mar inundado de jugos, lo que hacía que él lamiera con más avidez. Y a punto de llegar al orgasmo, él se detuvo en sus caricias, se puso sobre mí, me besó en los labios y dirigiendo su sexo hacía el mío me penetró. Mientras lo hacía, sus ojos miraban fijamente a los míos, nuestras miradas se cruzaron por enésima vez y pude sentir todo aquel fuego que desprendía su mirada. "Mi sol", pensé, "estaría así contigo eternamente".
Luego empezó a moverse despacio, mientras con sus manos buscaba las mías. Y así, cogidos por las manos, mirándonos fijamente a los ojos y sintiendo nuestros cuerpos pegados el uno al otro, comenzamos a bailar la bella danza de la pasión y el deseo. Él se movía lentamente sobre mí haciéndome sentir su verga entrando y saliendo muy despacio. Mis senos rozaban ...
... su pecho y eso hacía que él se excitara más, con lo cual su pene se tensaba dentro de mí.
Repentinamente se detuvo. Y abrazándome me instó a rodar sobre la cama, pegados, para que yo quedara sobre él. Volvimos a entrelazar nuestras manos y entonces fui yo quien empezó a cabalgar sobre él, a moverme para sentir como su pene resbalaba por mi vagina hasta llegar a lo más hondo de mí, llenándome por completo. El ritmo de nuestros cuerpos fue acompasándose poco a poco, sintiéndonos el uno al otro. Notando el calor inconfundible de nuestros cuerpos amándose. Por fin juntos, unidos en una danza perfecta de amor, deseo y placer. Yo me movía lentamente y sentía como su cuerpo se templaba debajo de mí. Su boca pegada a mi oído me indicaba que estaba disfrutando, pues gemía y suspiraba sin cesar. Yo también gemía sintiéndole dentro de mí, sintiendo como su verga se hinchaba en mi interior. Y en aquel lento camino hacía el placer empecé a sentir como el éxtasis se concentraba en mi sexo y explotaba estrujando el viril miembro masculino, que no tardó mucho en tensarse y explotar también. Nuestros cuerpos se convulsionaron a la vez durante unos segundos, hasta que el orgasmo terminó para ambos. Nos quedamos unos segundos inmóviles, abrazados, hasta que decidí acostarme a su lado.
Recosté mi cabeza sobre su pecho mientras él pasaba su brazo por detrás de mi espalda y me abrazaba contra él. No dijimos nada. No nos hacían falta las palabras. Con cada mirada de aquella noche, de aquel ...