Una vida sin vida: relatos cortos de un gigoló (II)
Fecha: 14/02/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Felipe_Valencia, Fuente: CuentoRelatos
13 de febrero
Santiago me había sorprendido con tamaña proposición: jamás se me había cruzado por la mente ofrecer mi cuerpo a gente por plata. No sé, tal vez suene majadero, pero me parece que uno no disfrutaría más de lo que el dinero lo dejaría a uno contento porque pensar al mismo tiempo en dos cosas que dan sumo placer no deja de despistar hasta la mente más aterrizada.
-¡Qué preguntica! ¿Es que tú eres un putico o qué? Porque bueno, si lo eres, te digo que estás bastante bien- le sonrío porque él me hace una mirada de complicidad que ni mi madre me la da. Me río de inmediato- ¿cuánto me cobras por el ratico?
-Jajaja, no Felipe. Esa cuenta ya está paga, pero si quiere quedar bien endeudado conmigo… Apenas dicho, me da una palmada en el culo que me prende enseguida para un segundoround “seguro le aguanto hasta tres”, me digo. Tal vez ya sea tiempo de irme porque este tipo es capaz de dejarme sin con qué sentarme.
Estar fuera de aquella casa me permitió retraer mi conciencia. “¡Qué casa más rara! Uno como que se queda enfrascado en tener sexo. Claro que es un hechizo como rico” pienso mientras recuerdo cómo Santiago me abría mi pobre anito. “Debo darle unbreak porque de lo contrario…” En ese momento, Sonia me grita desde la entrada de la universidad:
-Bueno, mi querido. ¿Y es que no piensas volver a la universidad o qué? ¿Qué estabas haciendo, picaron? Esas miradas de Sonia me inquietan a veces: en serio. Como que uno no pudiera mentirle porque ahí mismo te ...
... estaría colocando de espaldas listo para que te fusilen el alma.
-Hmm, sólo estaba dándome un regalito. Eso no está mal, ¿verdad?
-¿Ahh sí? ¿Y por qué no me has traido uno a mí también? Hace tiempo no me dan nada.
-Jajaja lo malo es que ese regalito no te lo habría podido empacar… Ay ya, mejor vamos a clase porque si no, el regalo que nos dé el profe sí que nos va a dejar bien encoñados. Nos vamos juntos para clase. Sonia quedó muy inquieta con ese comentario; tal vez no lo debí haber hecho pero ya qué. Eso es como si uno se arrepintiera de eyacular sobre uno mismo: queda muy feo uno, todo pegajoso; pero es delicioso sentirse así.
-Soni, ¿tú qué piensas de las personas que se prostituyen? ¿Se ven muy mal haciéndolo? Se queda sorprendida. Aligera el paso como si la estuviera persiguiendo un ladrón. Salto a correr para que no me deje pensando solo, porque mis pensamientos son muy peligrosos antes de entrar a clase.
-¿Qué te pasó, Soni? No me dirás que nunca has sabido de eso o, peor aún, que no has visto a un hombre haciéndolo.
Sonia se queda como brava conmigo. No pude decirle nada porque llegamos ya a la clase de inglés. “Algo le debe pasar, es raro que no me diga nada. Ella no estancallada” Dejé de pensar eso apenas entró el profe de inglés:
Nombre: Sergio
Altura: 1.75 cms
Ojos: cafés, pero grandes. Parece que le brillaran todo el tiempo.
Cuerpo: se nota que ha explotado ese gimnasio desde que nació. Delicioso.
Orientación: no importa, pero ...