Fecha: 20/06/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: noeliamarrana, Fuente: CuentoRelatos
Desperté y vi que ya eran más de las doce del día; me extrañó no escuchar a mi suegro haciendo ruido. Al incorporarme, sentí el tremendo dolor en las nalgas que aún me quedaba de los cinturonazos del día anterior. Adolorida, me levanté y al verme en el espejo me asombré del aspecto tan malo que tenía; estaba ojerosa, pálida, con la cara como de muerta; mi cabello era una maraña totalmente enredada y mi cuerpo presentaba algunos moretones en diferentes partes. Pensé que esa sería mi arma para decirle a mi suegro que no podría tocarme más o lo denunciaría y mostraría los golpes y moretones que me dejó.
Me bañé tratando de quitar toda la suciedad que sentía, pero ni el baño me hacía sentir mejor. Luego dediqué mucho tiempo a arreglarme, me vestí con una blusa blanca, jeans y tenis; me peiné, me maquillé y pinté porque no me gusta verme mal y además estaba haciendo tiempo, ya que no quería salir para no encontrarme con el desgraciado de mi suegro.
Pero sentí hambre y sed y tuve que hacerlo, salí de mi recámara despacio debido al dolor que sentía en todo el cuerpo, esperando no encontrarme con mi suegro, deseando que hubiera salido. Pero no era así, para mi mala fortuna el viejo estaba ahí sentado en la sala viendo la televisión, vestido únicamente con una camiseta sin mangas y unos tenis; no traía pantalón ni calzones; su pene y sus huevos descansaban flácidos sobre el sillón; estaba tomando una copa; él me vio y como con burla me dijo: “vaya, ya era hora de que despertaras ...
... puta, pareces princesa; no sabes cómo tengo ganas de una mamada, así que ven, híncate y chúpame la verga”.
Nerviosa, pero firmemente convencida de lo que pensé el día anterior y de lo que hacía le contesté: “¡NO!”. Don José se me quedó viendo con cara de incredulidad, “¿Qué dijiste puta?”, me dijo. “¡Que no!”, le contesté “¡y de una vez le digo que no me voy a prestar a sus marranadas, no volveré a dejar que me toque y si intenta hacerme algo, iré a denunciarlo y a mostrar esto a las autoridades!” y diciendo eso le enseñé un moretón que tenía en el muslo derecho.
Mi suegro vio el moretón, se levantó muy tranquilo y me dijo: “¿eso?, eso no te lo hice yo, te lo hizo tu marido, o al menos es lo que voy a decir, al igual que mi hija y mi esposa si te atreves a decir una sola palabra”. Luego guardó silencio un momento y suspiró, después dijo sin perder la calma: “Bueno, tu no entiendes, ¿verdad putita?; al parecer quieres que te de tus cinturonazos como ayer, ¿verdad?, ¿acaso quieres hacerme enojar?, ¡o ya sé, seguramente eres masoquista y eso es lo que te gusta!, habérmelo dicho antes putona, si quieres te puedo dar tus madrazos todos los días para que sientas mayor placer; se de una forma en que no se notan”.
Empecé a sentir coraje por su burlas y por lo que dijo de culpar a su propio hijo y a la vez tenía miedo al recordar lo que pasó el día anterior, pero me armé de valor y le dije con voz firme: “¡Usted está loco, pero ni crea que le voy a permitir seguirse burlando ...