... esperé encontrarme esa sorpresa. Ese pedazo de carne era algo impresionante, sólo había visto eso en algunas películas y pensaba que era algún tipo de efecto especial, pero este era realidad, es más, lo tenía en mis manos, sin saber cómo se manipulaba, sin animarme incluso a ponerlo en mi boca, algo extraño me sucedía, era como una cosquilla que me provocaba en el culo, en la concha y hasta el estómago. Pero esa sensación no era mala, sino al contrario, me estaba calentando de una manera especial. Me había sorprendido, y me encantaba que así fuera, así que después de unos segundos, lo que me costó reaccionar, lo empecé a chaquetear y a chuparle la cabeza, como si fuera un helado. Estaba riquísima, tenía la verga bien jugosa y me encantaba meterle la punta de mi lengua en la raja de su cabeza, y sobre todo, dejarle lugar a que pudiera ver cómo me estaba comiendo su pene con mi boca. Intenté varias veces metérmela toda, pero fue en vano, llegaba a mi garganta cuando afuera todavía faltaba para llegarle a los huevos. Era un desafío que tenía, y no quería fracasar, así que la chupé con todas mis ganas, tantas que me chorreaba la saliva sobre su verga y caían sobre mis tetas. Llegaba a meter un pedazo en mi boca y mientras tanto por fuera quedaba miembro para que lo masturbara con mi mano. Terminé de sacarle el pantalón, mientras él se desnudaba y yo me metía sus huevos en la boca. Me levantó, me dio vuelta, apoyó su verga contra mi cola y mientras acariciaba mis tetas y besaba ...
... el cuello me decía: querías el café bien caliente y con ¿lechita? Prepárate porque te lo voy a servir todo, y vas a tener que tomar todo, no podes dejar nada, ni un poquito. ¡Tienes que ser buena nena! ¿Sí?, a lo que yo asentí con la cabeza, mientras me imaginaba y deseaba tener esa verga dentro de mí. Me volvió a recostar en el sofá, me sacó la tanguita que estaba empapada, me acarició un poquito la concha, mientras le ponía un poco de saliva, para facilitar el trabajo. Arrimó su miembro a mi vagina y en algunos breves movimientos ya me había metido la cabeza e íbamos por más. Quería ayudarlo en cada movimiento de vaivén, cuando venía contra mí, con mis talones lo presionaba para que pueda entrar lo más profundo posible, me encantaba y deseaba que nunca se terminara ese momento. Se arrojó sobre mí mientras me cogía, nos comíamos a besos poseídos por nuestra calentura. Con cada embestida que me daba, yo le aprobaba con un caliente SIII, SIII, que parecía un aliento para él. Era muy atento, no descuidando nada, me seguía chupando las tetas, su lengua jugaba con mis pezones y de vez en cuando los mordía. Volvió a bajar a mi concha, a chuparla y comprobar que estaba tan caliente como yo lo demostraba en cada gemido, mojó bien sus dedos metiendo varios al mismo tiempo en mi culo. No hizo falta que lo dilatara, creo que con lo caliente que estaba, me podría haber penetrado por cualquier orificio de mi cuerpo y estaría listo. Me puso en cuatro patas, subió mi minifalda y sin ningún ...