Aburridas
Fecha: 10/08/2017,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... impidió, no nos impidió, comportarnos como fulanas, bautizadas ambas en nuestra nueva religión.
La segunda vez me obligó a bajar del coche. Arrodillada en el suelo, afortunadamente aquella noche llevaba tejanos oscuros Gisèle Munch, vacié aquel apetitoso depósito mientras llenaba el mío. La puerta posterior abierta me resguardó de mirones pero no del frío. Por ello, nos citó en su piso la primera semana de diciembre.
Ante la dificultad por aparcar en las callejuelas del barrio de Horta, Bibi alojó el vehículo en un parking cercano a la dirección que nos había enviado, ansiosa por contentar a su nuevo macho. A nuestro macho. La previne ante la posibilidad que Carlos viera el cargo de la tarjeta de crédito en un lugar y a una hora inexplicable, pero no le importó. Necesitaba complacer a su compañero. Ese pensamiento, que no verbalizó con palabras, me llenó de celos como si de Abel se tratara.
Llamamos al timbre del cuarto piso, nos abrió vestido con un batín de cuadros para hacernos pasar a la sala de estar, más pequeña que el baño de mi habitación. Un sofá de dos plazas de sky marrón, una mesita de cristal con revistas y un mueble de caoba oscura eran todo el mobiliario del espacio. Por educación nos quedamos paradas cerca de la puerta, esperando ser invitadas a sentarnos, pero recibimos, en cambio, una reprimenda. ¿A qué esperáis?
Reaccionamos automáticamente desvistiendo la mitad superior de nuestro cuerpo, arrodillándonos ante nuestro brujo, hechizadas. Se ...
... sentó en el sofá, Bibi le abrió la bata, bajo la que no llevaba nada y nos lanzamos ambas hambrientas. Compartimos alimento unos minutos hasta que me ordenó entrar en la cocina y traerle una copa de coñac. Tardé en dar con el cristal y la bebida, pues una cocina no es mi hábitat natural, menos una ajena.
Cuando aparecí en la salita, Bibi tenía su virilidad alojada en la garganta mientras el Caballero la sujetaba de la cabeza para que no se moviera. Estaba completamente roja, pues parecía llevar unos segundos en aquella posición. Le tendí la bebida y le dio un trago largo.
-No hay mayor placer que degustar una copa de coñac con la polla completamente incrustada en la garganta de una buena zorra. –La saliva de mi amiga resbalaba por su barbilla, pero no se movía a pesar de emitir leves sonidos guturales. Dio un segundo sorbo, y sin soltar la copa, aflojó la presión sobre mi amiga. –Venga, ya estoy a punto. Tú zorrita, cómeme los huevos.
Obedecí sin dudarlo, a pesar de que era la primera vez que un hombre me llamaba de ese modo.
Durante un rato, como nos tenía acostumbradas, nos tuvo sentadas a su lado acariciándole esperando el segundo asalto. Así lo definía. Tranquila zorrita, parecía haberme bautizado, en unos minutos tú también tendrás tu medicina. Pero antes de ello, nos dio una orden de obligado cumplimiento para el siguiente día.
-No quiero volver a veros en pantalones. Las zorras visten provocativas. Ya sé que sois zorras con clase, pero la única diferencia ...