Por la unión de la familia (3)
Fecha: 28/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... dominios, y apenas habíase acomodado en el salón, que ya estaba allí, a su lado, una servicial fámula con el desayuno de la señora; ésta, tan pronto acabó de servir a su señora, la puso en antecedentes de lo que el señorito Álvaro dispusiera que le dijeran a la señora. Que el señorito había salido de casa muy temprano, al filo de las ocho de la mañana, a hacer ciertas gestiones, pero dejando recado para la señora de que, a eso de las dos-dos y media de la tarde, la señora estuviera ya lista para salir a la calle, pues el señorito pasaría, a tal hora, a recogerla para salir los dos a comer.
La fámula se marchó y Julia se sintió un tanto desilusionada, pues esperaba pasar el día con su Álvaro, como pasó el anterior; pero eso no duró ni un suspiro pues, al momento, recuperó las ilusiones, animada por el proyecto forjado ya en la noche anterior, y a cuyo rescoldo se levantó, animosa, esa misma mañana: Renovar todo su actual vestuario, eliminando cuanto tenía, substituyéndolo por prendas más acordes con un vestuario de “mujer decente, nada “furcia” que había sido su distintivo en el vestir hasta el pasado uno de Enero, de modo que apenas acabó el desayuno se lanzó a la calle en busca, más que de las selectísimas “boutiques”, más que caras, carísimas, en que solía ella proveerse de ropa, de grandes almacenes del corte y talla del “Grande, de los Grandes Almacenes”, verbi gratia, el famoso Corte Inglés, para a las dos, aún no cumplidas, de la tarde, estar ya más que lista para ...
... salir con su hijo a comer por ahí, vestida, emperifollada y perfumada, debidamente, que pocas veces, ante escasísimas citas con hombres, había puesto tanta carne al asador a la hora de querer aparecer bella y más que deseable, como ante su hijo Álvaro se emperejilaba en parecer, que no parecía sino que iba al encuentro de un verdadero “Príncipe Azul”, su personalísimo “Príncipe Azul”
Y sí, apenas daban las catorce horas del día, que su Álvaro de sus entretelas estaba en casa, dispuesto a ser su personalísimo caballero, al menos, durante todo ese medio día que, luego, resultó asaz corto, pues la velada de la comida concluyó apenas hora y pico después, más a las tres y poco que a las tres y media de la tarde, por razones que luego conocería, y que la dejaron con un agridulce sabor de boca; una sensación muy extraña en ella, por un lado, ciertamente, defraudada, por otra, más contenta y feliz, que otra cosa.
Pero vayamos por partes, paso a paso en el relato de los sucesos ocurridos en tan señera tarde. Como se dice más arriba, casi antes de que las dos de la tarde sonaran en ningún reloj, su Álvaro, puntual cual las taurinas cinco de la tarde, estaba en casa, todo solícito con ella, dispuesto a ser su brazo fuerte al llevarla a almorzar; y así, colgada ella del gentil brazo de su hijo, bajaron los dos a la calle, dándose entonces la primera de las grandes sorpresas que aquella tarde conllevaría para ella, cuando al bajar no vio, aparcado a la puerta de casa, más o menos, el ...