Mal amigo?
Fecha: 18/12/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... me acercó y sonriendo pícaramente, me dijo:
-Eres un tontito...
Y guiñándome un ojo, luego de acariciarme la entrepierna, se fue a la sala.
Pasaron varios días en que no quería saber de Edmundo y su mujer. Estaba realmente triste por lo que había hecho. Me sentí culpable, canalla y todo lo que puede sentirse un hombre que traiciona a su mejor amigo. Me llamó en varias ocasiones invitándome, pero yo siempre tenía la excusa preparada.
Nuevamente se planteó una ocasión inevitable: su pequeña hija cumplía doce años y, como quería mucho a su tío, esperaba que yo fuera. Y lo hice. Le compré un lindo regalo y ella me correspondió con uno de sus más baboseados besos (que me daban bastante asco, debo decirlo).
La niña y su hermano exigían ir al cine, así que mi amigo Edmundo decidió llevarlos. Yo me ofrecí acompañarlo, pero Karen me pidió que me quedara a ayudarla, que no fuera "malito"...
-¡Gánate la torta! -me dijo Edmundo-. Ayuda a Karen mientras tanto.
Y se fueron. En cuanto salieron, Karen se me tiró encima y comenzó a besarme y acariciarme. Yo traté de detenerla, pera estaba sorda, estimulada hasta lo increíble. Y entonces conocí la otra faceta de la mujer, siempre tan dama y compuesta. Se convirtió en una mujer ardiente, sin ningún recato y expresándose de una forma que yo nunca imaginé. Y ¡Dios que me calentó! Me empujó hasta el dormitorio.
-Vamos, flaquito -me decía-. Vamos... Quiero culear contigo en pelotas...
-Pero...
Y comenzó a sacarme la ...
... ropa. Me bajó los pantalones y se tragó mi miembro de un golpe, chupándolo como jamás nadie me lo había hecho. Mientras me daba la mamada del milenio se quitaba su ropa. Cuando estuvo desnuda se arrojó en la cama y se abrió de piernas.
-Ven, flaquito -me dijo con la voz gruesa y entrecortada por la excitación-. Chúpame la conchita.
Y me hundí en aquel sexo peludo y oloroso que se me ofrecía con tanto deseo. Conté a lo menos dos orgasmos mientras mi lengua recorría sus labios vaginales y jugaba con su clítoris. Chorreaba como condenada. Me hizo acostar en la cama, boca arriba y se colocó encima mío.
-Meteme ese palo rico... Métemelo entero...
Y se lo metió ella misma. Comenzó a saltar sobre mí, gozando como una ramera y expresándose como ella.
-¡Ooooh! Así... flaquito... Culéame... Culéame entera... Mira que caliente me tienes... Métemela hasta el fondo... ¡Aaaaah! Qué ganas te tenía...
Y tuvo un par de orgasmos más. Entonces la arrojé boca arriba. Ella abrió las piernas de par en par y las encogió, luego las estiró y las depositó sobre mis hombros.
-Así... Dame una buena culeada, flaquito... ¡Qué rico pico tienes....!
Y se corrió en cuanto de la metí.
Yo pensaba que mi amigo Edmundo debía verse en apuros para satisfacer a aquella hembra insaciable. Bajó sus piernas y me abrazó con ellas por la cintura y comenzó a moverse con un arte que me puso a punto.
-¿Te vas a correr? -me preguntó.
-¡Ooooh! -dije yo- Siiiiii....
Entonces de un salto se ...