Rosita Melo
Fecha: 16/12/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Kapinho7, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Jonathan. En el momento de esta historia tenía 18 años y trabajaba en un proyecto público en el que solo estaba yo atendiendo a las personas que pasaban por allí. Era un trabajo aburrido en muchas horas del día, sin nadie si no tenía citas y la verdad que se agradecía la visita puntual de algún compañero que pudiera pasar por mi “cueva”, aunque eso también me permitía poder dedicar el tiempo a estudiar o leer tema de mi interés. En ese momento tenía pareja, pero eso no evitaba que me permitiera como mínimo la fantasía de mantener alguna aventura, con mujeres por las que me sentía atraído más por su belleza general que simplemente por el físico.
Una de las mujeres que solía venir a verme era Rosa, aunque ella no como clienta, sino como compañera de una asociación en la que estábamos. En ese momento unos 40 años y una belleza y simpatía natural que hacían que sus visitas fueran casi un regalo. Casada con un buen hombre que no terminaba de cubrir sus necesidades y que, quizás por ello, le dejaba una enorme libertad de movimientos. En alguna ocasión incluso habíamos ido al cine juntos y yo había intentado un acercamiento físico, no pasando el tema de un beso robado y de un juego de manos. Una mujer rellenita de aproximadamente 1,60 con unos buenos pechos, que no gustaba de mostrar en abundancia, amplias caderas, y una permanente sonrisa que la hacían más atractiva. Yo me sentía atraído por ella y ella lo sabía, pero como digo sin dejar pasar el tema de ese punto ...
... de juego.
Era un lunes cuando nos encontramos, en mi lugar de trabajo, aunque fuera de mi horario de trabajo.
-Hola corazón.-era su saludo habitual.- ¿Nos ponemos a trabajar?
Yo sabía que como siempre vendría con un montón de ideas que quería trabajar, pero que como siempre en realidad quería un rato de compañía y de charla, y que haríamos más bien poco para la asociación, que era el trabajo que tendríamos que estar haciendo.
Pasamos allí un par de horas y como de costumbre hicimos más bien poco por no decir que nada. Teníamos que modificar la web y esta quedo casi sin tocar. Eso sí, llego el mediodía y nos fuimos a comer algo a un kebab próximo donde éramos los únicos en sus cinco mesas.
Durante la comida su mirada se clavaba en mí, sus hermosos ojos marrones y esa sonrisa que me tenía cautivado. Intentaba no mirar a su escote, pero al hacerlo sentía la excitación que tal visión me creaba. Ella hablaba y hablaba como siempre y yo no podía dejar de pensar en cumplir mis sueños con ella, en llegar a esa situación que tantas veces me negaba, impidiéndome pasar del juego y de la seducción a la realidad.
-¿Cómo va con tu mujer?-me pregunto.- ¿Sigues pensando en dejarla? Parece una buena chica y es muy guapa.
-Eso no es todo y lo sabes bien. Tu matrimonio también es correcto y no por ello significa que seáis felices. Además ya sabes que hay otras mujeres además de la mía que me atraen por mucho que se resistan.-le dije hablando cada vez más suave.
-Ummm, me ...