1. Mi preciosa niña


    Fecha: 10/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: carloso, Fuente: CuentoRelatos

    Me gustan tus ojos, oh... mi bella.
    
    Me gusta tu forma de mirar inocente y receptiva. Deseosa de amar.
    
    Eres tierna toda tú. Toda tú, amor mío. Mi niña.
    
    Tu piel... suave. Tus formas...deliciosas.
    
    Tu pelo... precioso.
    
    Tu culo es maravilloso, grande, tremendo.
    
    Cuando pienso en él me maravilla. Me alegra.
    
    Pienso en acariciarlo, en levantar tus preciosas nalgas con mis manos...
    
    y descubrir la gruta deliciosa, fabulosa. Exquisita. La gruta del placer.
    
    Esa gruta que empieza a tener pelillos.
    
    Tu primer vello púbico. Tu primer peluche. Ese primer vello me vuelve loquito.
    
    Es maravilloso. Eres preciosa. Guapa. Toda tú.
    
    Tus pechos juveniles, blandos, tiernos, recién crecidos. Todavía creciendo, quizá... un poco más.
    
    Son pequeños, quizá. Aún no han terminado de crecer. O sí: ¿lo han hecho? No lo sabemos, ni tú ni yo.
    
    Si no han terminado de crecer y tu culo es grande... esa aparente desproporción me vuelve loquito.
    
    Como que los pelillos de tu chuminillo sean los primeros, nuevos. Tus primeros pelillos. Eres preciosa. Te admiro. Te amo.
    
    Guapa, de formas deliciosas. Muy jovencita. Preciosa.
    
    Quiero desearte con toda pasión. Así quiero.
    
    No te asustes. No es locura loca, sino deseo loco, que no es lo mismo.
    
    Tu belleza es deliciosa. Tierna, joven. Verte, mi niña bella, es un sueño tan real... que no es ni sueño ni realidad.
    
    Y así te puedo sentir igual de cerca si te sueño como si te tengo.
    
    Si tu rostro tiene acné... me vuelve loquito...porque no dejas de ser bella, deliciosa. Incluso el acné... acentúa tu belleza... tu belleza. Tu preciosidad.
    
    Si tienes vello nuevo en las axilas... O si el vello lleva más tiempo en ellas... eso me vuelve loquito...
    
    El vello en tus axilas, mi niña, es precioso. Te hace más mujer de lo que eres. Lo percibo.
    
    Y, sin embargo, sigues siendo niña. Y ese contraste me vuelve loquito de deseo por amarte, por tenerte.
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