1. Algo mas, el doble.


    Fecha: 03/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... le encantó y no desentonaría.
    
    - Perfecto - terminé por decirle.
    
    Bajé del coche y empecé con mi rutina de correr hasta mi casa.
    
    A la mañana siguiente, me puse una bonita falda negra, mi camisa blanca sugerida por David y cambie mi ropa interior a negra. Bien visible para mí. Me mire en el espejo y me vi divina. Demasiado para un miércoles ir al colegio. Me puse mi chaquetilla de cuero negro y Salí dirección al colegio. Deje a los peques y me dirigí hacia el lugar donde él aparcaba el coche. Venia tras de mí. Nos dimos dos besos y subimos al todoterreno. Mi falda, al subir al coche, se subió a algo más de medio muslo y David, descaradamente, miró
    
    - Bonitas piernas
    
    - Calla bobo, como que no las tienes vistas
    
    Llegamos a la cafetería y allí, descubrí mis cartas. Quite mi chaquetilla y mis pechos encerrados en el sujetador negro, destacaban bajo la tela blanca de mi camisa de botones, al que había desabrochado el primero de nuevo. Su mirada no se cortaba en revisar cada rincón del escote-
    
    - Vaya, esto es aún mejor que lo del otro día
    
    - ¿Te gusta? – pregunte sabiendo su respuesta
    
    - Ufff, no te lo podría decir
    
    Reímos ambos y me comento, que el camarero iba a tirar el café porque no me quitaba ojo. No me importaba, si me pongo así, sé que los hombres se fijaran, me gusta sentir las miradas en mi pecho, en mi culo cuando voy a correr, me gusta.
    
    - Pues tendrás que llevarme a otro sitio la próxima vez.
    
    Se quedó un poco parado. Pero se notaba que no ...
    ... era la primera vez que tenía una chica fuera de su matrimonio y contesto rápidamente. El próximo café en mi oficina, no es bueno, pero tengo unas vistas muy bonitas desde el rio, y no hay miradas indiscretas.
    
    Las miradas eran ya muy descaradas, los sorbos de café apuraban las tazas y me dijo, cuando vayas al coche, no te pongas la chaqueta. Así hice. Las miradas de los otros clientes me encendieron.
    
    Subimos al coche, pero esta vez no arranco. Se giró hacia mí y me puso la mano en el muslo mientras me preguntaba si quería el café de su oficina. Asentí. Arranco el coche mientras me miraba. Su mano volvió a mi pierna acariciándola. Las curvas del camino de vuelta hicieron volver sus manos al volante.
    
    El silencio se apodero del coche los minutos posteriores. Aparcamos en una calle frente al edificio donde está su oficina. Bajamos del coche y entramos. Su despacho daba al rio, junto a una calle apenas transitada por algún que otro turista. El ventanal abierto daba una luz interesante al habitáculo. Me senté en el sillón mientras el comprobaba el ordenador portátil y encendía la cafetera.
    
    - No hagas café por mí – dije. Estoy bien así.
    
    Me parecía súper morboso, aquel hombre apenas conocido de hace unas semanas, bien posicionado al parecer por su despacho y su coche, me atraía, se le veía poderoso.
    
    - ¿Te gustan las vistas?
    
    Me acerqué al ventanal a comprobar lo realmente bonito del paisaje. Se acercó por detrás de mí y comprobó con sus manos lo ceñido de mi falda en ...
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