1. Torturando a mi sumiso


    Fecha: 18/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    Todavía me preguntó qué fue lo que ocurrió ese día. Estábamos viendo la tele en el salón. Ella sentada con unas mallas negras y un top de color rojo, y yo desnudo en el suelo, simplemente con mi collar, y masajeando sus pies como hacía frecuentemente cuando veíamos la tele.
    
    Recuerdo que estábamos viendo MasterChef, y en un descanso hablamos sobre un comentario que había hecho uno de los participantes. Tú lo catalogaste como mentira, y yo te dije que no me parecía que estuviera mintiendo… simplemente que no había estado afortunado con el comentario, pero que no sacaba nada por mentir.
    
    Y entonces, sentí tus colmillos afilarse. Sentí fuego en tu mirada y tensión en tu mandíbula, y me dijiste:
    
    “Pedro, te he explicado muchas veces la diferencia entre mentir y no hacerlo. Igual que tú mientes muchas veces, este tío está mintiendo”.
    
    Yo seguí acariciando tus pies, pero mirándote a los ojos, te dije:
    
    “Ama, te he dicho mil veces que yo no miento. Te pongas como te pongas no voy a darte la razón si siento que no la tienes. Yo no miento. Puedo equivocarme, y lo hago mil veces… pero no miento jamás”.
    
    Lo primero que hiciste fue retirar tus pies de mis manos y ponerte de pie súbitamente. Después agarraste la correa que tenías atada a mi collar y comenzaste a andar hacia el salón de juegos. Sin mediar palabra me colocaste una mordaza en la boca y la ataste con fuerza. Me hacía daño, pero no dije nada. Después, me colocaste en la cruz de San Andrés y ataste mis muñecas y ...
    ... tobillos a cada extremo.
    
    Escuché como abriste el baúl de los juguetes y supuse que estarías buscando alguno de tus látigos. Y efectivamente, lo escuché silbar a mi espalda, mientras con rabia contenida decías:
    
    “Estoy harta de que niegues lo evidente. No digo que lo hagas conscientemente, Pedro. Pero mientes, y los que mienten son mentirosos… así que tú, eres un mentiroso. Repítelo”.
    
    Entendí rápidamente tu intención. Pero me conoces bien, y sabes que mi orgullo (y en este caso saberme o creerme en posesión de la verdad) no me permitirían darte la razón. Además siempre me has dicho que no te gusta que te de la razón como a las locas, con lo que negué con la cabeza.
    
    “Pedro, no me hagas usar la violencia ni torturarte. Repite aunque tengas la mordaza que eres un mentiroso, y esto terminará aquí”.
    
    Volví a negar con la cabeza, y entonces sentí el primer latigazo recorrer mi espalda y el costado derecho. Mientras los demás latigazos iban decorando mi espalda y haciéndome perder pie, decías:
    
    “Quiero escucharlo de tu boca, zorra. Por las buenas o por las malas, pero vas a confesar que eres un mentiroso porque dices mentiras. Cuanto antes lo digas, mejor para ti… porque estoy empezando a excitarme… y sabes que cuando estoy cachonda mi intensidad solo crece”
    
    No dije nada. Y quién calla, otorga, así que seguiste con la sucesión de latigazos en piernas, espalda, culo y costado, mientras repetías:
    
    “¿Qué eres, zorra? Dilo que yo lo entienda incluso con la mordaza. Un ...
«1234»