Una madura con ganas
Fecha: 29/12/2023,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... algunos pasabocas y unos tragos de tequila. La conversación del invitado, como era de esperarse, se centró en halagar a mi esposa y su arreglo personal, pidiendo disculpas por no haber sido más cuidadoso, porque se sentía un tanto fuera de lugar a su lado. No te preocupes, le dijo ella, lo importante es que disfrutemos el momento.
Y para lograrlo, ella ya se había anotado un punto a su favor, porque sin haber avanzado mucho la velada, aquel hombre ya se le notaba excitado con la presencia de la hembra a la que, días atrás, había retado con la posibilidad de que le luciera prendas íntimas bastante eróticas. La sensualidad que ella proyectaba hacía que no solo él posara sus ojos sobre ella sino también las personas que pasaban a nuestro lado. Y todo eso aumentaba más la tensión alrededor de la situación y generaba expectativas sobre lo que podría pasar más adelante.
Mi esposa, en medio de la conversación, le preguntó al macho si le gustaría bailar. Le contestó que no es un buen bailarín, pero que si ella quiere él no tiene inconveniente en acompañarla. Bueno, dice ella, entonces, bailemos un ratico. ¿Te parece? Sí, contestó él, aparentemente sin atreverse a proponer algo diferente. Abandonamos el lugar donde nos encontrábamos y subimos las escaleras hacia la discoteca.
El sitio estaba bastante oscuro, iluminado únicamente con luces de colores, que se prendían y apagaban intermitentemente al ritmo de la música, que sonaba a todo volumen. A tientas nos acomodamos en ...
... una de las mesas disponibles y, ya instalados allí, mi esposa no perdió tiempo y convidó a su hombre a la pista de baile. El hombre se comportaba bastante formal y bailaba con mi mujer guardando prudente distancia, contrario a lo que ella y la situación demandaría, pues la intención era que sus cuerpos se fueran reconociendo y ambientando para la cópula que probablemente se daría después.
Apenas habían pasado dos tandas de música cuando ellos volvieron a la mesa. Pedimos algunas bebidas para continuar animando cuerpo y espíritu y, en medio de la escasa conversación, mi esposa me dijo, ¿será que miras a dónde podemos ir para pasar el rato? Pues por aquí está inundado de sitios, contesté. Seguramente, dijo ella, pero me gustaría que te adelantaras y te aseguraras que no vamos a llegar a cualquier parte, que sea un sitio limpio, bien dispuesto y seguro. ¡Ah, vaina! pensé para mis adentros. Estos son los gajes del oficio del marido cornudo consentidor. Bueno. Voy, miro, reservo de una vez y vuelvo. ¿De acuerdo? Sí, dijo ella, creo que es lo mejor.
Me fui a explorar los sitios donde pudiéramos llegar. La noche era joven, así que el encargo no tuvo inconvenientes. Había varios lugares disponibles, pero elegí el más cercano a donde estábamos, casi que cruzando la calle, de manera que la calentura no fuera a enfriarse debido a la tardanza en un desplazamiento. El lugar seleccionado, llamado Jardín Real, contaba con habitaciones amplias, bien decoradas, servicio de televisión por ...