Una tarde
Fecha: 04/09/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: [email protected], Fuente: CuentoRelatos
Era una tarde de invierno y me tocaba esperar en la parada de autobuses, estaba un poco cansada y no me apetecía estar aburrida allí sin hacer nada. Había unas 8 personas, y me puse a cotillearlas un poco. Dicen que un ejercicio de inteligencia emocional muy bueno es mirar a una persona y pensar como puede ser su vida, a parte que siempre puedes encontrar alguien interesante.
En eso soy un poco lanzada, como dice algunas de mis amigas, parezco un auténtico zorrón de lujo siempre dispuesta a cazar una buena pieza, aunque no me vale cualquier cosa. Cuando algo levanta mi curiosidad, suelo ser bastante directa. Tengo 29 años por lo que cada vez tengo las cosas más claras.
No encontré a nadie que me motivara, hasta que llegó un hombre con pinta de ejecutivo, bastante atractivo, bien vestido de unos 40 y tantos años. Vamos, lo que se dice un ‘madurito’ resultón. Nunca me hubiera imaginado que me fijaría en un hombre maduro, pero la verdad es que no había nada mejor. Si alguna de mis compañeras me hubiera dicho que me enrollaría con un hombre tan maduro, hubiera pensado que estaban locas.
Noté como se fijaba en mí, cosa que me halagó. Además, ya tenía alguien con quien flirtear y así dar esquinazo al aburrimiento. Empezó a pasearse de un lado a otro y cada vez que coincidía conmigo me miraba primero abajo y luego directamente a la cara. Iba muy atractiva, un chaquetón marrón, con una camisa blanca, unos vaqueros ajustados con unas botas negras por encima de la rodilla y ...
... algo de tacón. Le gustaba mi look guerrero y creo que las botas y mi cara lo tenían loco, así que una de las veces que me miró, le sonreí discretamente y él me respondió de la misma manera.
Cada vez que se cruzaba conmigo, nos mirábamos y nos sonriamos de forma muy cuidadosa, como si no quisiéramos que nadie se enterara de lo que estábamos haciendo. Decidí entablar conversación con él. Para marcarle un poco las distancias, me dirigí de usted a él y percibí que eso le contrarió el gesto. Ya avisé que soy un poco zorrón y me encanta llevar al mando de cualquier conversación o seducción.
Le pregunte si sabía cada cuanto tiempo pasaban los autobuses, algo que yo sabía de sobra. Él me contestó de forma muy cordial y segura, cosa que me gustó. Su voz era muy varonil y transmitía una energía fuerte y envolvente. Generalmente muchos tíos se ponen a temblar cuando una mujer guapa se dirige a ellos.
Estuvimos hablando hasta que llegó el autobús. Tengo que decir que se generó una complicidad bastante buena entre nosotros. Tenía una conversación interesante y cada vez me parecía más atractivo. Ya sabéis, ese momento o instante cuando hay algo dentro de ti que te dice que acabaras liándote con él.
Nos pusimos al final del autobús, que iba bastante vacío y continuamos charlando. A cada palabra se nos escapaban las manos, yo le tocaba la rodilla y él me cogía las manos. Estaba claro que el juego de seducción estaba en plena ebullición.
De repente, el ‘madurito’ se acercó sobre ...