La chica de la tortillería
Fecha: 31/08/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
Como ya tenía varios días sin descargar la jeringa, andaba ansioso y deseoso. No fue raro, por tanto, que me fijara en la chica que diariamente me despachaba las tortillas. La verdad me parecía muy... pero que muy bonita y simpática.
Era una chica delgada de unos 19 o veintiún años a lo mucho. Delgada y de rasgos agradables. Además, por el uso de unos vaqueros bien ajustados, se le notaba un cuerpo muy sexy. Su tez morena brillaba gracias a las diminutas gotas de sudor sobre su piel provocadas por el calor sofocante del lugar donde laboraba.
A mí ya me ilusionaba salir con ella e incluso pedirle que fuera mi novia. No obstante, un día me di cuenta que ya era casada pues la vi con su esposo eh hija cuando ella salía del trabajo. Él había ido por ella en una moto. Me sentí un tanto desilusionado, pero inmediatamente me animé pues estaba decidido a invitarla a salir pese a eso. Yo estaba decidido a cogérmela como fuera; pese a que ya estuviera casada con alguien más. Después de todo era evidente que yo también le gustaba.
Decidí que la siguiente ocasión le preguntaría qué día descansaba y la invitaría a comer;y más tarde a coger, jejejé. Lamentablemente cuando tomé la decisión fue demasiado tarde, al acudir a la tortillería la siguiente semana no la vi y al preguntar por ella me dijeron que ya no trabajaba allí.
En esos días me sentí frustrado, sentía que había perdido una buena oportunidad. Para calmar mi desazón y, a decir verdad, apaciguar mi apetito sexual, ...
... pues ya tenía tiempo que no “mojaba la brocha”, decidí ir a la Ciudad.
Al subir al autobús y buscar asiento me llevé una agradable sorpresa al ver que la ex empleada de la tortillería venía sentada junto a un lugar vacío, el cuál ni tarde ni perezoso decidí ocupar.
La saludé y ella me sonrió, creo que también le gustó que nos volviéramos a ver. Le pregunté sobre su trabajo a lo que me respondió que había renunciado pues necesitaba un empleo mejor pagado. Los gastos iban en aumento, pues su pequeña hija había ingresado a la primaria por lo que buscó un trabajo mejor pagado. Ahora laboraba en la Ciudad donde ganaba más. Le pregunté entonces si iba a su trabajo en ese momento, y ella me respondió afirmativamente, pero cuando le pregunté de qué se trataba se puso notablemente nerviosa e incómoda.
Como no la quería importunar cambié de tema y me animé a invitarla a salir. Dudé que aceptara, pues era casada (ya lo sabía), sin embargo y ella aceptó.
Me sentí feliz. Quedamos en una fecha días más tarde y me ofrecí acompañarla a su trabajo pero ella rechazó mi oferta. Argumentó que ingresaría a la sección de damas del metro para irse más rápido, pues en los otros vagones era casi imposible abordar. Me despedí y ella a su vez lo hizo con una sonrisa muy amplia antes de irse.
Vaya, me sentía de maravilla. Estaba tan contento que pensé en abandonar el propósito que me había llevado a la Ciudad: Acudir a una casa de citas que había visto anunciada en un periódico.
Tras un ...