El Despacho
Fecha: 10/08/2022,
Categorías:
Dominación / BDSM
Tus Relatos
Autor: Arfridio, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Llaman a la puerta, me levanto del sillón de mi despacho, y abro.
- Hola, te digo sin cambiar lo más mínimo mi expresión y no dejándote ver que me has sorprendido. Pasa por favor, no te quedes ahí.
- ¿Estás listo para la sesión de Crosfit de hoy? Me preguntas con una sonrisa en tu cara
- ¿Crosfit? ¿Hoy? Este trabajo me tiene desbordado, no me acordaba de nuestra cita.
Cierro la puerta, y me quedo mirándote, Llevabas un top blanco, ajustado, con unos tirantes. Definían perfectamente tus pechos tersos, firmes y bronceados, así como tu vientre plano. Tu pelo negro, recogido en una coleta, una malla negra corta y ajustada, que definían perfectamente la longitud de tus piernas bronceadas y la forma de tu culo. Sostenías una mochila, que caía a tu lado.
- Pero.... empiezo a hablar, y cambio de opinión, ve al cuarto junto a mi despacho, por favor.
Mientras te diriges hacia allí, permanezco en la puerta y te observo. Andabas firme y erguida. Poco después abro la puerta y te ofrezco un vaso de agua fresca. Habías venido andando y a buen paso, por el brillo de tu piel, y una pequeña gota que corría hacia tu pecho.
- No será eso todo lo que sudes hoy, te digo mientras te bebes el agua.
- Gracias, espero no defraudarte hoy tampoco, me respondes mientras pones el vaso encima de la mesa.
Al finalizar la sesión, me miras fijamente y me dices,
- Sigues por delante de mí, como siempre….
Te interrumpo y te digo,
- Dúchate, vístete y no me defraudes, mientras te acaricio ...
... desde atrás tuya. Tienes 5 minutos.
Pasados pocos minutos después, me dirijo al baño, aun sabiendo que no había pasado el tiempo que te había dicho. La puerta estaba abierta y ya tenías colocadas las pinzas en tus pechos y estabas intentando insertarte el plug anal que te regaló.
- Revisión, te ordeno desde la puerta
- Pero........ aún no ha pasado el tiempo que me has dicho........
Te ordeno callar, y me dirijo hacia a ti con la fusta en la mano. Al primer golpe sobre la cintura, te revuelves contra mí con una mirada de rebeldía. Te sujeto por el pelo, y tiro de tu cabeza hacia atrás.
- Por estas cosas, son por las que me pediste convertirte en mi sumisa. Tendrás que aprender a mirarme y hablarme correctamente, te susurro al oído, mientras te sigo agarrando del pelo.
Te suelto contra la mampara, y te ordeno,
- Inicio
Te postras ante mí de rodillas, con las palmas de las manos mirando hacia arriba apoyadas en tus muslos, sentada sobre tus talones, la mirada al suelo, y la espalda recta. Esa postura la habías aprendido bien el primer día. El silencio se mantuvo durante unos minutos, y así permaneciste hasta que te ordené que me mirases en esa posición.
Saqué un collar de cuero negro, con tu nombre inscrito en una plaquita metálica, te lo mostré, y te dije:
- Lo llevaras puesto, siempre que estés conmigo, y, además, irá siempre contigo, por si te veo en algún lugar y te llamo para que te lo pongas.
Cuando vi la mirada, desafiante y arrogante, volviste a sentir como la ...