1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Nota del autor: El siguiente relato es un tanto ambicioso, y bastante diferente a lo que suelo publicar. El léxico utilizado puede resultar confuso para los que no sean argentinos, es decir, para la mayoría de los lectores. Sin embargo, espero que le den una oportunidad. Los autores a veces debemos tomar decisiones arriesgadas para escaparnos del cliché y los lugares comunes. Pero no teman, no van a faltar las escenas de sexo.
    
    Dejo constancia de que se trata de un relato ficticio, y de que todos los personajes que intervienen en él son mayores de edad. Esta aclaración es sumamente importante, ya que algunos de los personajes todavía cursan la escuela secundaria, y esto se puede prestar a confusiones. Sin embargo, los tres personajes que aún son estudiantes van por el último año, y el relato transcurre en los últimos meses del año. Por ende, es totalmente razonable que estos personajes ya cuenten con dieciocho años o incluso más.
    
    Dicho esto, otra peculiaridad del texto es su extensión. Si bien podía haberlo enviado por capítulos, decidí publicarlo completo. No tengo un motivo concreto para haber tomado tal decisión. La cosa simplemente se dio así.
    
    Espero que lo disfruten, y sirva para distraerse, al menos un rato, en esta larga cuarentena.
    
    La historia comienza así…
    
    Capítulo 1
    
    Pitu
    
    A Joaco lo tuve entre ceja y ceja desde que empezó la escuela. Es nuevo, vino de otro barrio con sus aires de nene de clase media tirando a alta. No me banco a esos chetitos ...
    ... maricones que hablan con palabritas raras, y con un tono, que más que de otro barrio, parece de otro país. Su pinta también es irritante. Rubiecito, peinado con un jopito ridículo, con un arito en la oreja izquierda, con remeritas de marca bien ajustadas y pantalones que ni en pedo se compran en el mercado central. Se cree muy canchero el imbécil. Pero yo le saqué la ficha de entrada. Ese pibe no se la banca. Lo empecé a medir, tirándole bollos de papeles desde el fondo; diciéndole “chetito” cada vez que me dirigía a él; y una vez lo mandé al Brian a que lo apure en el baño. Después me contó que casi lo hace llorar.
    
    Esos pibes nacieron para que los bardeen.
    
    Cuando comprobé que no se la bancaba, no pude evitar ensañarme con él. En las clases de educación física, cuando jugábamos partidos de fútbol, cada vez que él agarraba la pelota, le barría las piernas. Encima el pendejo es re malo en los deportes, ni eso sabe hacer bien. A veces, en el aula, me sentaba detrás de él a propósito, y cada tanto le daba un tingazo en la oreja. El chetito se ponía todo rojo, me miraba y después agachaba la cabeza. No tiene huevos el pibe.
    
    El quilombo empezó hace un par de días. Yo lo tenía del punto al boludito, pero hasta ahora no le había pegado de verdad, tampoco soy tan zarpado. Pero a la salida de la escuela, en una esquina donde paramos con los pibes a escabiar después de clase, lo paré para boludearlo un toque.
    
    —¡Eh qué mirás! —le dije.
    
    Él agachó la cabeza, haciendo de cuenta ...
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