1. Historia de una venganza


    Fecha: 01/09/2022, Categorías: No Consentido Autor: Thotem, Fuente: CuentoRelatos

    A mis 37 años estaba arruinado, me había dejado llevar por un veterano empresario que tenía un olfato de sabueso para desplumar a la gente, de forma ingenua invertí y lo perdí todo. Mi mujer me recordaba a diario que teníamos dos hijos, que por qué tiré todo el dinero inconscientemente en un negocio inmobiliario que ella nunca vio claro. En estas estaba pensando mientras el gin tonic descansaba en mis manos. Había sido invitado a la fiesta en deferencia a la amistad que nos unió durante esos dos años. Él había tenido mejor suerte y sabido invertir mejor. Tal era el cabreo de mi mujer que tuve que ir con mi sobrino y un amigo suyo, ya que ella decidió quedar en casa.
    
    Al verla sentí que el furor de la rabia hacía hervir mi sangre; la señora García, la esposa del que me desplumó estaba también en la fiesta. Apenas la conocía, sabía que era una madura de 45 años, ingenua, fiestera y relamida. Tenía afición por la bebida, a veces cuando el hijoputa de su marido no estaba con ella — como era el caso esa noche — se pasaba de frenada con las copas. El García la mimaba, le daba todos los caprichos. Mi mujer la veía cuando iba a buscar a sus hijos adolescentes de la escuela de pago, claro está “viste como si tuviera 18 años, sus hijos hasta se avergüenzan, me han dicho que es la comidilla de los chismorreos, y nosotros nos viene justo vestirnos y llevara a los nuestros a la escuela pública”. La sra. García estaba dotada de unas grandes tetas, un culo definido subido redondo y ...
    ... medianero; era de mediana estatura, siempre llevaba tacones altos; media melena teñida de rubio, de pómulos marcados, ojos almendrados, boca pequeña con labios carnosos. Esa noche llevaba un vestido que le marcaba cuerpo, pintada como un loro. Hablaba con la otra gente con risa nerviosa y dicción engolada. Sus gestos eran amanerados. El tiempo que la miré se zumbó como si nada dos mojitos. No era una mujer cañón, pero tenía esa sensualidad hortera bizarra.
    
    Ángel es mi sobrino, debido a sus malas compañías había salido de la trena, por un simple robo en un coche en una noche de juerga, con la mala suerte que era el automóvil de un magistrado. Para escarmiento le habían impuesto la pena de dos semanas, para que aprendiera. Vivaracho, altanero, guapo; a sus 22 años, sin haber querido estudiar ni trabajar, no sabía qué hacer con su vida. Mi hermana me dijo que ya no sabían qué hacer con él, que era buen chico pero era su carácter. Hacía dos días que había salido de la trena, sin dinero y aburrido le dije si quería venirse conmigo, al menos había bebida y comida gratis; acepto con la condición de poder traer a un amigo suyo, para ser más exactos, “el pulga” un colega de andanzas de su edad; pequeño de estatura, feo de narices, pero no feo de que tuviera alguna anomalía corporal sino de naturaleza: sus ojos pequeños, cejijunto, orejas grandes, nariz ganchuda, su pelo siempre graso como si se lo untara de aceite.
    
    Seamos sinceros, el que me invitó ya me avisó que estaría la mujer del ...
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