1. Aventuras y desventuras húmedas. Tercera etapa (19)


    Fecha: 04/05/2024, Categorías: Incesto Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos

    Parecía que se avecinaba mal tiempo, la temperatura bajó drásticamente y las nubes que en principio se veían amenazantes, ahora eran una alarma de tormenta. Después de comer, ya dentro del coche escucharon el primer trueno. Carol se acomodó en el asiento con su tripa algo llena, le gustaba ver tormentas, pero mejor en su casa, sentada al lado de una ventana, que dentro de un coche.
    
    —¿Te apetece venir a mi cuarto un rato? —a Sergio le apetecía seguir hablando, no de su tía en particular, aunque tampoco le importaba que saliera el tema. Únicamente quería pasar más tiempo con su amiga.
    
    —En el mío mejor, que todavía tengo que deshacer la maleta, —miró con esa sonrisa maliciosa que solo ella sabía poner. A Sergio le parecía una niña de diez años— así me ayudas.
    
    —Tienes una cara más dura…
    
    Viró el volante mientras disminuía la velocidad. Paró en la gasolinera para rellenar un depósito que estaba cerca de la reserva, con veinte euros sería suficiente para pasar el mes con holgura. Repostó con rapidez, al amparo del techo que le tapaba de las primeras gotas que empezaban a caer.
    
    Metió la cabeza por la ventanilla que Carol tenía abierta, se le había ocurrido una idea y aunque era una hora temprana de la tarde… ¿Por qué no?
    
    —¿Te apetecen unas cervezas? Estar juntos en un cuarto sin alcohol se me hace raro, ya es tradición.
    
    —¡Fabuloso, necesitamos cerveza para aguantarnos!
    
    —Qué lo dudes, me ofende…
    
    —Imbécil… compra un pack de ocho, es lo que nos gusta, ...
    ... ¿no?
    
    —Mejor dos de ocho.
    
    —Sergio, tengo algo de resaca, no te pases… —el joven se encaminó sin querer escuchar esto último— ¡Sergio, te he dicho que no te pases! —repitió sacando la cabeza por la ventana. Él movió una mano en el aire, negando con el dedo y Carol sin saber por qué sonrió, para al siguiente instante, metida en el coche susurrar— Me gusta que tengamos tradiciones.
    
    Volvió rápido y en unos minutos ya estaban buscando sitio cerca de la residencia. Lo malo que aquello se volvió imposible, apenas se veía con la tromba de agua que comenzaba a caer y nadie movía sus coches.
    
    —Te dejo en la entrada y cuando aparque ya subo.
    
    —Deja, si te mojas tú, ya me mojo yo también.
    
    —Lo dices para no deshacer sola la maleta, ¿verdad?
    
    —Claro. —esta vez mintió. No le importaba la maleta, pero no quería que Sergio se mojara solo, era una estupidez, pero… no quería.
    
    Tardaron media hora larga en aparcar, mientras Carolina señalaba sitios enanos, donde obviamente para cualquier ojo, menos los de la chica, el coche no entraba. Al final aparcó en un estrecho lugar después de varias maniobras donde su amiga acabó por felicitarle y chocar ambos las palmas.
    
    Ahora se venía lo más complicado, decidieron que correr sería lo ideal, el agua caía a mares y las nubes encapotaban el cielo, era estúpido esperar, aquello seguiría todo el día. Contaron hasta tres, los dos mirándose y cada uno con la manilla en la mano.
    
    —Una… dos… y… ¡Tres! —salieron a la carrera.
    
    Primero se ...
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