1. Sus manos su placer


    Fecha: 18/04/2024, Categorías: Masturbación Autor: Legasex, Fuente: CuentoRelatos

    Raquel estaba sentada leyendo otra vez un relato que la había trastornado desde que lo vio aquí, cambiándole un día más rutinario que otra cosa por otro lleno de posibilidades de alegría, amor y sexo. Estaba sola en su dormitorio, vestida con una minifalda que resalta tus piernas tostadas por el sol veraniego. con una pierna sobre la otra. sus muslos viéndose más apetecibles aún, al punto que a ella misma le parecen excitantes y no puede apartar la vista de ellas, deteniéndose en sus redondas formas, en los pliegues que se forman en el lugar en que su pierna se posa sobre la otra y en la estirada piel en el lugar en que se transforman en nalgas, donde se vislumbra la tela del tanga rosado.
    
    Su vista sigue la línea de aquel tanga y lo mira, palmo a palmo, con lentitud, hasta detenerse en la parte delantera del mismo, que cubre su sexo que se vislumbra abultado, recién depilado y por la redondez de sus labios sexuales, hinchados por el deseo naciente.
    
    Continua leyendo, mientras sus piernas se abren poco a poco, al final de las cuales su tanga muestra una leve mancha oscura, señal inequívoca de que la naturaleza está exigiendo lo suyo.
    
    Segura de lo que vendrá, se desprende de su blusa y de su falda, quedando vestida solamente con un sujetador y su tanga, los que pretende seguir usándolos para aumentar el erotismo del momento.
    
    Parada frente al espejo de su dormitorio, que refleja su figura hasta los muslos, continua leyendo, mirando de cuando en cuando la Raquel que ...
    ... el espejo devuelve: hermosa, tostada por el sol veraniego, con un cuerpo deseado por muchos hombres, una sonrisa que derrite a quien tenga la fortuna de ser de tu agrado, una mirada que puede enamorar o atemorizar pero que ahora está llena de deseo.
    
    Una Raquel de rostro hermoso, de rasgos elegantes, labios carnosos, nariz respingada, pelo al hombro, castaño.
    
    Y sus pechos, esos hermosos pechos que desafiantes se yerguen bajo el sujetador, queriendo liberarse para que sus pezones firmes, duros por el deseo, puedan ser acariciados.
    
    Y su sexo, cubierto apenas por el tanga rosado (color que eligió por considerarlo erótico), pero insinuando un bulto que llama a que lo besen, lo toquen, lo penetren.
    
    Levanta la vista y observa su rostro serio, pleno de deseo y con un gesto decidido deja la Tablet a un lado y lleva una de sus manos a sus senos y los acaricia por debajo de la tela, en tanto sus ojos se cierran imaginando que esa mano es la del hombre que le escribía ese relato.
    
    La otra mano baja, lentamente, hasta posarse en su delicioso sexo, por encima del tanga, apretando suavemente en su palma el contorno de tela y labios vaginales.
    
    Sube la mano y acaricia su estómago lentamente, en tanto que uno de sus dedos se insinúa por debajo de la tela, como preludio a lo que viene y que desea apurar.
    
    Toma uno de sus senos y lo lleva a su boca, besándolo con fruición, chupando el pezón que está rosado de deseo, en tanto que la otra mano, sin que se percate de ello, empieza ...
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